Un día, Akina enciende su teléfono, solo para quedar inconsciente y despertar en una cueva extraña, con una mujer misteriosa.
Una mujer cuya apariencia es fuera de lo común, al igual que su actitud, Debe acabar con el mal, pero ¿Cómo una simple much...
Desperté cansada, con ojeras horrendas y respiración agitada, como si una pesadilla invadiera mi mente, un temor seguido de un sudor frío ¿Por qué? Había descansado bien, o eso pensaba yo antes de despertar en este lugar desconocido. Mi mirada estaba fija en el espejo, era diferente, era enorme y con detalles dorados, aunque rodeado de ramas y flores silvestres de color rojo, fácilmente se podría decir que son flores de hibísco, mis ojos cansados no entendían lo que observaban, hasta que una voz distorsionada llegué a escuchar.
—¡Oh, Gracias, milagrosa diosa, ella por fin despierta!
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—A quien... ¿A quien le hablas...?
—¡A ti! No hay nadie más aquí....
De golpe sentí como si me hubieran lanzado agua fría en el rostro, mi cuerpo se llenó de energía tan pronto como la vi, una hermosa mujer, sus rasgos parecían los de una ninfa, no. Una elfa completa, ella me dijo su nombre sin rodeos, Akífene, tenía un largo cabello blanco y vestía ropa de época, era una bruja. Me había tomado por las mejillas mientras susurraba algo a mi oído.
—No eres muy lista ¿cierto?—Reaccioné rápidamente, se refería a mi, pero... Dónde estaban mis cosas? Dónde estaba yo? En el espejo me veía con más claridad... Era yo, esa joven de ojos marrones, cabello castaño y tes clara, la única diferencia era... el sitio donde me encontraba, lo último que recuerdo fue haber tomado mi celular y... Abrir una aplicación extraña. ¡Ah! Mi ropa seguía normal, moderna y muy simple, revisé mis bolsillos, ahí estaba, mi teléfono móvil.—¿Qué hago aquí? ¿Puedes decirme, Akífene?
—Estás aquí para resolver las cosas.
—¿Eh? No comprendo... Un momento, ese vestuario ¿De quién estás haciendo cosplay?
—¿Cos-qué? No se de que hablas, ¡siempre visto así!
No comprendía en ese momento, deje ir una risa nerviosa, las comisuras de mis labios temblaban, estaba impresionada, interrogué más a la albina rarita, ella me tomó de la mano y me guío hasta una cueva, dónde me tomó de los hombros, y susurró cerca de mi.-Te deseo suerte, pieza faltante.- me giré bruscamente, ya no estaba. Me fijé en el suelo, había una caja y una hoja de papel, leí el contenido.