Capítulo 1.- "El chico de ojos azules"

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Ahí estaba él, esperándome con esa enorme, linda y perfecta sonrisa. Mi corazón latía más apresuradamente y mis piernas perdían su fuerza. Tomé una gran bocanada de aire, y con el mismo gesto llegué hasta donde se encontraba.

- Hola, Cloe.-dijo con sus manos en los bolsillos de su pantalón y ladeando un poco su cabeza.

- Hola, Gabe.-lo quería saludar con un beso en la mejilla pero se alejó antes de que pudiera hacerlo.- ¿Y ahora qué?-pregunté sin evitar un tono algo confundido, más bien dolido, en mi voz.

- Se que no me darás el beso bien.

Mi entrecejo se frunció.

- Siempre pegas sólo tú mejilla con la mía. Quiero que me des un beso bien.

Mi estómago dió un vuelco. Detesto cuando me hace eso. Es tan difícil ocultar mi nerviosismo de esa forma, a pesar de ya haber estado cuatro años juntos. Como amigos, claro.

- Lo siento, pero si alguna vez tú tampoco me lo das bien te haré lo mismo.

Me incliné de nuevo y me puse de puntitas para alcanzar su rostro. Junté lentamente mis labios con su piel y deposité un pequeño beso en esta.

- Muy bien. No cuesta nada, ¿verdad?

Si supieras todo lo que me costó a mi.

Rodeó con su brazo mi cuello y también besó mi mejilla. Un rubor se asomó en mi cara y traté de contener una sonrisa, pero me fue sumamente imposible.

Abrazándome aún, nos dirigimos a su coche. Me abrió la puerta del copiloto y al sentarme, también la cerró. La típica rutina de todas las mañanas en días de clases. Era el primer día en segundo de preparatoria y me sentía agradecida, no obstante también un tanto incómoda, al estar con él.

Entró en el asiento del conductor y arrancó el coche. En el camino íbamos en silencio, no tenía nada de que hablar.

- ¿Vas a estar tan callada? Cuéntame que tal tus vacaciones.

Lo cierto era que no quería hablar. Necesitaba acostumbrarme nuevamente a su presencia, sin tener ganas de abrazarlo y estar junto a él todo el día.

- Pues no hice nada interesante. Mejor cuéntame tú. ¿Qué tal estuvo tu viaje a Francia?

- Mmm... Ah sí, fui a la torre Eiffel que esta asombrosa. Después, pasé por el museo de arte a ver a la Mona Lisa, que por cierto para mi gusto no es para nada guapa.-mencionó con cara de horror.

Solté una carcaja. Extrañaba tanto sus exageradas expresiones.

- Y luego, fui al puente de los candados del amor, o no se como se llama. El chiste es que ya los quitarán porque si los dejasen, probablemente el puente se iría abajo. No entiendo la razón de las personas para hacer eso. Un día llegan dos enamorados jurando siempre estar juntos y dos semanas después quieren destruir el candado porque lo suyo no era amor de verdad.

Sonreí. Era verdad, aunque yo si deseaba algún día poner un candado con las iniciales C y G en el.

- Pero no te preocupes, construiremos nuestro propio puente del amor y colgaremos millones de candados.

Tengo que admitir que la idea me parecía grandiosa. Lastima que era una broma. Me sonrojé y miré hacia la ventana.

- Estas loco.-fue lo único que logré articular, sin embargo quería decir que sí a su "proyecto".

- ¿Qué? Se vale soñar.

No lo regresé a ver. Si su sonrisa me decía que lo dijo de verdad, me ilusionaría. Y si me decía que era un juego, me descepcionaría.

Un Típico JuegoWhere stories live. Discover now