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Abres los ojos y ves un gran y vasto comedor frente a ti. Las paredes están adornadas con exquisitos papeles pintados y adornos ornamentales. El techo es alto y abovedado, con hermosas lámparas que cuelgan de lo que parecen ser cadenas doradas. La habitación está lujosamente amueblada con una enorme mesa de comedor de caoba y hermosas sillas de color rojo vino que parecen pertenecer a una colección muy cara. Las arañas de cristal proyectan una luz tenue y parpadeante sobre la mesa, y en las paredes cuelgan cuadros con marcos ornamentados que, con su contenido excéntrico, le sientan muy bien al propietario.
No te toma mucho darte cuenta de que estás en la mansión de Albert. Nunca habías estado aquí antes, solo tal vez junto a las puertas, entregando algo al portero y eso estaba lejos de ser suficiente para preguntarte qué secretos vivían vivos dentro de esas paredes.
"Finalmente estás despierta... Bien." Escuchas su voz detrás de ti, y luego sus manos toman con calma tus hombros, sus dedos rozan la fina tela de tu camisa. Cuando te miras, te das cuenta de que llevas ropa completamente nueva, diferente de la usada y semidestruida que llevabas antes de la misión. Estás limpia, puedes sentir el delicioso olor de tu propio perfume rociado por tu cabello y cuello. "Has causado un gran revuelo entre mis colegas, querida..." Continúa, con una leve sonrisa en sus labios; te estremeces.
