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El calor envolvió su cuerpo, presionó su trasero, se enrolló alrededor de su cintura y se enterró en la curva de su cuello. Era reconfortante y la mantenía en el estado confuso de los sueños. Luego se intensificó, más específicamente en su cuello, donde pudo distinguir brevemente una suave presión una y otra vez. Sólo cuando finalmente comenzó a despertarse se dio cuenta de que era por los lentos y calientes besos que se le daban allí.
Un ruido escapó de los labios de ____, cansada pero no insatisfecha, mientras luchaba por abrir sus párpados contra el cansancio que pesaba sobre ellos. Mientras intentaba despertar, aceptó el afecto de todo corazón, sabiendo ya de quién era mientras se inclinaba más hacia atrás en su pecho desnudo.
"Ethan..." Aturdida, gimió el nombre de su marido, al azar extendiendo una mano hacia él en un aturdimiento cegado. Los labios en su cuello se separaron, solo para presionar un beso fugaz en el dorso de su palma a lo largo de los nudillos. A partir de ahí, maniobró su muñeca, de modo que su barbilla sin afeitar quedó ahuecada en su mano.
"Buenos días, cariño." Ethan la saludó dulcemente, su voz baja y ronca con una pesadez equivalente que demostraba que debía haber despertado no hace mucho. Después de acariciar su palma durante uno o dos segundos, el rubio volvió a acurrucar su rostro en la curva de su cuello, inhalando profundamente su aroma mientras sus labios se demoraban en la piel suave y limpia.
"Hueles a vainilla." Señaló en voz alta mientras salpicaba algunos besos más lánguidos a esa zona. Había múltiples manchas en la piel, algunas de un color rojo claro, mientras que otros eran un tono de un púrpura profundo. Al verlos, las comisuras de sus labios se levantaron e inconscientemente pasó la lengua por las marcas.
La sensación cálida y suave provocó un escalofrío en tu columna y un suspiro tembloroso en sus labios. "Porque en realidad me di una ducha después de anoche". La mujer reflexionó lentamente, su brazo cayó hacia abajo para descansar frente a ella mientras él sofocaba su cuello y parte de su clavícula. "Todavía hueles a sexo." Una risita sin aliento vino de ella en su propia observación, ganando un suave soplo de aire a lo largo de su piel ahora resbaladiza.
