23<Reconciliación>

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Si un día no tienes ganas de hablar con nadie, llámame... Estaremos en silencio juntos.

Gabriel García Márquez


Úrsula G.

—Sul ¿no te sientes pena por Cameron?— protesta Mara.

—Sí, pero a él no le dio pena ocultarme toda la verdad.

—Hace tres días está tirado en el porche, se va a enfermar, ¿quieres que muera?

—Claro que no, además, le he regalado un peluche, como hacía cuando éramos novios, sabe que lo he perdonado, probablemente ya se haya ido a casa.

Ella sale corriendo y se asoma por la mirilla.

—Ahí está, no se va a ir Sul, cuando esté la cena les voy a invitar a los dos a cenar con nosotras.

—Está bien, haz lo que quieras.

—Además, necesitas una distracción, llevas días estresada con lo de Lewis.

—¿Cómo no quieres que me estrese?— protesto.— La persona en la que más confiaba ya no es de fiar, me oculta cosas y me ha pedido irnos a otra ciudad.

—Encima se pasa todo el día montando guardia en tu antigua casa y no hemos podido entrar.

—Claro, como perdió la llave, cree que alguien entrará, pero al menos no sabe que somos nosotras las que la tenemos.

—Ya, dejemos ese tema de lado, solo por hoy, les diré a los chicos que entren para que puedan tomar una ducha.

Se va corriendo a la puerta y le pide a Cameron y Ralph que entren a casa, ellos inmediatamente lo hacen.

Volver a encontrarme con los ojos color miel de Cameron causó una sensación rara en mi pecho. Me dolía verlo así.

Ahora que sé quién es, ahora que recuerdo lo mucho que amo a esta persona, ahora me duele más.

Aunque es raro, los recuerdos de nuestra relación vienen a mi mente como si fuera una película que alguna vez vi y que no recuerdo todas las escenas; sin embargo, mi amor por él sigue intacto, pues aun sin recordarlo no encontraba explicación para que me atrajese tanto un desconocido.

Ellos se duchan y se colocan ropa de Mara que les queda muy graciosas, se sientan en la mesa y yo reprimo la risa mientras mi amiga sirve la cena.

—Ríete, puedes hacerlo tranquila.— Dice Cameron.

—¿Quién dice que quiero reírme?— me hago la tonta.

—Venga chicos no peleen.— interviene Mara.— Además la ropa les queda monísima.

—Sí, sí.— respondo yo cubriendo mi boca para que no me vean reírme.

—Pues ya quisiera verte yo a ti con ropa de hombre.— comenta Cameron.

—A mí todo me queda bien.— Declaro.

—Sí, por supuesto.— musita él.

—Si nosotras somos muy unisex, a cada rato hacemos cosas de hombre.— me defiende Mara.

Hasta que recuerdes mis besos.Where stories live. Discover now