24.4

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Roier dejo caer el teléfono al suelo, se escuchaba que la línea seguía, incluso podía escuchar la voz del policía, pero simplemente no podía moverse, sentía miedo.

(Escóndete)

Recordó las palabras de Vegetta, pero su cuerpo no respondía, estaba sudando frío.

Camino de puntas hacia la sala de estar, cada que daba un paso el suelo crujía bajo de el, no recordaba que el suelo hiciera eso antes, le estaba jugando una mala broma ahora.

Se dejó de moverse por unos segundo para escuchar cualquier mínimosonido, pero nada, solo la tormenta, la vela su unica fuente de luz seguia en sus manos, Roier coloco una de sus manos en la zona de su corazón sintiendo como latía a mil por hora.

Roier fue hacia la sala donde se encontraba la chimenea, se quedó observando la unos segundos, pues era la parte con la que conectaba el techo, se dio cuenta que pequeñas partículas caían por ahí, se fue acercando poco a poco hasta estar de rodillas enfrente de ella.

Toco las partículas, era carbón, eran carbón! Roier pensó que era imposible, pues su padre había tapado la chimenea debido ala tormenta.

Volvió a tomar su teléfono, pero este ya no funcionaba, no tenía señal, fue hacia las escaleras rendido.

Cuando estaba apunto de pisar el primer escalón, un golpe en seco lo hizo detenerse.

Volvió a sentir miedo, aunque ese sentimiento nunca abandonba su cuerpo desde que empezó todo esto. corrió hacia la cocina tomando lo primero que encontró, un cuchillo.

Con el cuchillo en mano y listo para cualquier cosa, se acercó ala sala de estar, lo que había causado ese gran estruendo había sido una enorme bolsa negra, Roier se fue acercando lentamente a ella.

Tomó el cuchillo con más fuerza, haciendo una rajada en la bolsa, de ahí miles de pedazos de carbón fueron saliendo uno por uno.

--¿Carbón?--Repitió--

Un estruendo en la parte de arriba lo hizo caer al suelo, había sonado como si rompieran la ventana, el cuerpo entero del chico empezó a temblar haciendo que Roier cayera al suelo de rodillas, vala que había tenido en sus ,anos había caído con el, apagándose.

Gracias ala oscuridad y sus ojos lagrimosos, estaba comenzando a llorar, se arrastro hacia la cocina escondiéndose atrás de la estantería, con sus propias manos tapo su boca para poder parar los ruidos que salían de ella.

En la planta de arriba se podía escuchar como el suelo crujía, pero lo que más destacaba era el sonido tan peculiar de unas cadenas siendo arrastradas.

El sonido de una puerta abriéndose lo hizo encogerse más en su lugar, sea lo que fuera aquello, se estaba acercando, e, cuerpo de Roier temblaba a montones mientras sostenía con todas sus fuerza el cuchillo.

Alzó su cabeza cuando el primer escalón fue pisado, reconocería ese rechinado a distancias, asomo su cabeza para ver quien o que era esa cosa, Roier se dabai de memoria cuantos escalones había en esa casa, en total eran 7.

1.

2.

Cada escalón era una tortura para el castaño.

3.

4.

Las pisadas eran más tortuosas, Roie retomó el ritmo de su respiración, aunque le era imposible.

5

6

Roier asomó su cabeza para poder visualizar la parte de abajo de las escaleras

7

Y ahí parado en el último escalón lo vio, era un hombre cubierto completamente de negro con una capucha, pero lo que más destacaba en aquella oscuridad eran las patas de aquel hombre, no eran humanas, eran de cabra.

Tomó el cuchillo y se volvió a esconder, miraba hacia todos lados, tenía que salir de ahí. Pero abajo aquellas cortinas la tormenta se visualizaba.

—¿Roier?—

El castaño se sorprendió, era la voz de su madre, su madre estaba ahí.

—Hijo, ¿donde estás? Perdón por llegar hasta ahora, la tormenta estaba demasiado fuerte.—

Roier enseguida se alzó hacia arriba, olvidando por completo lo que había visto y vivido.

—Padres!—

Lo que miró Roier, no era lo que esperaba, sus ojos lagrimosos enfocaron a un hombre de ojos azules y barba creciente de color castaño.

—¡AAAAAAAH!— Roier grito.—

Estaban frente a frente, el y esa cosa, con el cuchillo en mano lo apretó en sus manos, ninguno de los dos decía o hacia algo. Habían pasado más de 5 minutos así, mirándose fijamente, el chico esperaba cualquier acción o movimiento del contrario para salir corriendo.

--Déjame en paz, porfavor.--

--Te he dejado muchas navidades Roier.--Hablo el ser en un acento demasiado extraño, su voz era demasiado gruesa y ronca.--

Roier se estremeció al escuchar su nombre salir del extraño, sentía ganas de volver a llorar de tan solo escuchar pronunciar su nombre.

--Es hora de que recibas el castigo que mereces.--

El desconocido extendió una de sus manos, haciendo un chasquido con sus dedos. Ya no estaba enfrente de Roier. El chico podía sentir el aliento caliente detrás de él, era su oportunidad quería correr quería huir pero sus piernas no lo dejaban no podía moverse, no podía hacer nada.

Otro chasquido sonó cerca de sus oídos, ahora estaban enfrente de la chimenea. Misma que se empezaba a cuartear dejando ver una luz color amarilla con toques rojos. El sonido de unas cadenas y el como estas rodeaban su torno hizo que las lágrimas se comenzaron a asomar en los ojos de Roier.

--¿Qué es esto?--pregunto el.--

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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