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--No lo se, no se de que me ayudaras.--

Vegetta observo al niño con decepción. El mago sabía lo que le sucedía a Roier, el chico se miraba agotado y demacrado para su edad, el sabia que era obra de aquel ser mitológico.

--Te contaré una historia, o mas que una historia un cuento.--

--¿Y eso en que me ayudara?--

--En nada.--

--¿Es enserio?--

Vegetta alzó los hombros, restando le importancia.

--Así es, lo que te sucede es nada ¿cierto? Solo un estúpido vecino molestandote.--

--Si per-

--Shh, silencio, es todo lo que puedo hacer por ti en ese caso Roier.--

Vegetta dejo de mezclar posiciones, para mirar al niño enfrente de él, para el mago Roier no era más que eso un niño que no sabía aceptar lo que iba a pasar.

--Habia una vez un niño que se ha portado mal durante el año cree, hasta último momento, que recibirá la visita de Santa Claus y que éste le dejará regalos. Está tranquilo hasta que llega la medianoche y Santa aún no aparece. Entonces empieza a sentir nervios y miedo.--

--¿Eso que tiene que ver conmigo?--

--Nunca guardas silencio ¿verdad?--

Roier frunció el ceño y se calló, para que el  algo estarán mis padres y la policía, gracias.--

Y sin mirar atrás Roier agarro camino hacia su casa, el cielo se iba poniendo cada vez más gris.

Vegetta veía como el muchacho cada vez se alejaba más y más, entró a su casa y fue directamente a su caldero mágico.

La imagen de un niño siendo cargado por una criatura con cuernos aparecía en el caldero negro.

--Ay Roier, si tan solo escucharas el espíritu de la navidad.





Cuando Roier llego a su casa, todas las luces estaban apagadas, cuando entró a su hogar todo parecía solitario, le generaba una inquietud extraña en su estómago, un miedo que surgía desde su estómago hasta su garganta, no eran ganas de vómitar, era algo más.

Avanzó hacia la sala de estar donde estaba el pequeño árbol de navidad junto a ese regalo.

El sonido de un teléfono lo hizo despertar de su trance, fue hacianla cocina donde se originaba aquel sonido, contestó.

--Bueno?

--Hijo soy yo mamá, no podremos llegar a casa esta noche, al parecer la tormenta llegó más rápido de la habitual.

Roier sintió que se le helaba la sangre a de tan solo escuchar aquello, como iba a pasar la noche de navidad solo más aparte con un vecino loco merodeando.

--¿N-no hay forma de que regresen antes?-- pregunto con miedo en su voz.

--No cariño, asegúrate de cerrar puertas y ventanas, si algo sucede los vecino estabn alado, pero por lo que más quieras Roier no salgas y no abras puertas a extraños.--

Aquellas últimas palabras había sonado ¿extrañas? No sabía cómo descifrar, simplemente no sonaban bien.

--S-si, de acuerdo.--

--Un pequeño regalo fue dejado en el árbol mi vida, hay comida en el refrigerador, cuídate mi vida.--

Y colgo.

𝐊𝐑𝐀𝐌𝐏𝐔𝐒 |•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora