𝐊𝐑𝐀𝐌𝐏𝐔𝐒 |•

21.

Un hermoso chico de cabellos castaños miraba desde su venta como la el suelo se tornaba de un hermoso color blanco, gracias a su ventanal podía ver gran parte del bosque.

El bosque era enorme mente grande,hermoso y frío la nieve densa que caía lo hacia un lugar de pesadilla, pero para Roier no era así, lo veía hermoso.

Se podían observar muñecos de nieve, decorados con su toque navideño, algunos vecinos cantar villancicos.

Sentía envidia, en su casa la única decoración era la nieve, y eso que solo estaba por que caía, si fuera por sus padre la nieve no estaría.

Roier odiaba está épocas con todos su corazón.

Pues ene estas fechas se remonta el fallecimiento de su hermano menor, aquel trágico accidente hizo que todo se viniera abajo, y junto con todo el amor de sus padres, vivían juntos pero solo por el no había amor entre ellos no había nada, solo compromiso.

Por eso siempre molestaba o hacia travesuras a todos, junto a sus dos amigos en aquel pequeño pueblo, hacia lo que podía para distraer su mente de los problemas en sus casa pues solo eran adolescentes de 16 años.

talvez en ninguna navidad había sido reprendido, o simplemente ignoraba las señales.

Apartó por unos segundos su mirada del ventanal para poder agarrar un libro que se encontraba alado de él.

Sintió una leve incomodidad en todo su cuerpo, como si alguien los observará con tanta intensidad, miró al rededor de su habitación, pero no había nada, volvió a mirar hacia su ventana.

Un hombre encapuchado, estaba entre uno de los árboles, no podía distinguir si era alguien que ya conocía o no.

Tratando de observar al hombre, su libro calló al suelo en un sonido sordo,  el mismo sonido lo hizo saltar en su lugar.

Desvió la mirada hacia el libro en el suelo y lo tomó en sus brazos. al momento en el que levanto su libro y miró hacia la ventana aquella gran figura ya no estaba.

Toc..toc...toc

Unos pequeños golpes en su puerta, lo volvieron a traer ala realidad.

—Cariño ¿Estás bien?—
Era su mamá.

—Si... Si estoy bien—
Apartó la mirada de la gran ventana al ver la puerta de su cuarto abierta y la cabeza de su mamá asomándose.

—Bien, por qué ya casi es hora de cenar cielo.—

-si, madre en seguida bajo.—

Al finalizar es pequeña conversación, su madre cerró la puerta para retirarse. Roier volvió su vista hacia la ventana no había nada, más que la blanca nieve cayendo.

Y un lindo muñeco de nieve con una sonrisa extrañamente larga, pensó roier.

¿Ustedes son de las personas que le cuentan cualquier cosa a sus padre nada más para establecer una conversación? No? Bueno pues Roier si lo era, aunque sus padres estuvieran separado el hacia todo lo posible para hablar con sus padres y poder tener la mínima de su atención.

—Hoy miré a un hombre extraño por mi ventana.—
Habló roier después del gran silencio que se había hecho.

-¿Así cariño? Debió de ser el vecino tratando de disfrazarse, ya ves que ellos si tienen espíritu navideño.—
Habló su madre con un hermosa sonrisa.

—De he—
No pudo terminar su frase ya que su padre lo interrumpió del nada.

-¿Nunca puedes dejar de aventar tu veneno? Verdad.—
Alegó mientras tomaba un gran sorbo de su café amargó.

—No todo lo que hago o digo es para ti, amargado.—

—Pues al parecer así lo haces ver, mujer.
Su padre volteó a verlo con su mirada llena de seriedad.

—Yo solo digo, que ellos si tienen espíritu navideño—

Roier solo observaba la discusión de sus padres, así había sido sus navidades desde el fallecimiento de su hermano menor hace 3 años.

No es algo de lo que Roier le gustaba hablar mucho, pero lamentaba aquel día, ya que todo se fue abajo, incluyendo el espíritu navideño.

—Muy bien! Roier escúchame, la navidad es solo un invento para que te gastes el dinero de tu aguinaldo en todo tipo de cosas que al final del día no te vana servir de nada.

Roier miró a su padre con tal furia, Aunque el chico siempre quisiera verse fuerte ante su padre simplemente sus ojos y emociones no se lo permitían. Roie rpodia sentirnos sus ojos comenzaban a picar, señal de que las lágrimas ya venían, odiaba eso.

—Por Dios! Félix esa no esa la manera de decir las cosas.—

No pudo escuchar más, no termino de comer solo quería irse de ahí.
subió las escaleras hacia su cuarto, azotando la puerta. Sentía demasiada ansiedad e impotencia, tomó en sus manos su almohada y ahí mismo ahogó un grito de enojo.

Luego de soltar toda su ira y lágrimas  Roier se recostó en su cama viendo hacia el techo, sus párpados pesaban después de llorar por casi media hora.

El chico pensaba en que punto tan bajo había caído su familia para ahor aya no tener espíritu, Roier pensaba que esta navidad tampoco el la tendría.

Le navidades pasadas sus amigos lo habían invitado a sus casas, pero este año Roier lo sentía diferente pues sus amigos se irían a la ciudad con sus familiares, y el, el se quedaría.

Perdió la batalla contra el sueño, que plácidamente dormido esa oscura noche.