Chicles de Sandia

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El cielo estaba nublado, no tardaba en caer agua de el, los llaveros de su mochila sonaban a cada paso aflojerado que daba, arrastraba los pies hasta que se detuvo en una casa con un jardín, camino hasta llegar a una puerta azul, abrió esta y se adentró a la casa, pero no avanzó más del recibidor, se quito sus converse rojas mientras decía en voz alta.-Mamá, ya llegue!- al no recibir una respuesta, subió las escaleras y fue al cuarto de su madre, estaba ahí, recostada en su cama, evidentemente cansada, se acercó cautelosa y se inclinó un poco hacia ella- mami, ya estoy en casa.-susurro y al no ver una respuesta, beso la frente de la mujer y salió de la habitación.

Rato después, bajo a la cocina a husmear en la alacena, se sirvió manzana picada con gomitas y un vaso de agua, una extraña combinación a decir verdad, pero una perfecta para el gusto de la chica. Subió a su habitación y tomó su walkman reproduciendo a Madonna, se acomodó en la silla del escritorio subiendo los pies a esta, saco los cuadernos de su mochila, empezando por la tarea de química.

Al pasar del rato, se le acabaron sus gomitas, no quería bajar de nuevo a la cocina, rebusco en su mesita de noche, saco un paquete con chicles de sandía, tomo un par y empezó a masticar, volviendo a sus deberes, recordó lo de esa tarde, sus labios formaron una pequeña sonrisita, aún recordaba la cara anonadada que había puesto. Como se llamaba? Mike? Michael algo, se sentaba hasta la última butaca, eso lo sabía por que los maestros siempre le pedían que se pasara al frente, sabia que era molesto, se creía la gran cosa por ser un bravucón, nunca se había metido con ella hasta ese día, pero Aílen no se a dejado molestar desde 4to de primaria, si el esperaba que ella le temiera igual que todos lo demás, tendría que pensarlo dos veces.

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El agua fría de la regadera caía sobre la piel desnuda , pensó que una ducha sería buena antes de dormir. Salió secando su pelo con una toalla y con otra rodeada en su cintura, saco una playera al azar y unos shorts negros, se dejó caer en su cama recapitulando todo lo qué pasó ese día, rio divertido al recordar esa clase libre, estuvo aventando escupitajos junto con Andrew a los raritos del salón, pero esa diversión le duró poco al recordar esa cabellera azul acercarse a él, frunció el entrecejo, nadie nunca se le había confrontado así, como permitió que pasara eso?, estaba tan atónito cuando paso que no pudo reaccionar.

Se preguntó, quién era ella? Sabia que había llegado de la nada en 2do año de primaria, y que la llamaban rarita por que no permitió que mataran a una pequeña araña que se coló en la clase, pero no recordaba su nombre.

-Mike!- gritó su madre desde el primer piso, este salió de sus pensamientos y bajó encontrándose a la mujer con una pequeña bebe de hebras rojas en brazos.

-Hola mamá- saludó con una pequeña sonrisa, metiendo sus manos a los bolsillos de sus shorts negros.

-Hola cariño, puedes ayudarme con Eli?- menciono la mujer pasándole a su pequeña hermana- Te traje tus galletas y los chicles que me pediste- empezó a sacar las compras de su bolsa de tela.

-Gracias mamá- se acercó a la mujer a darle un beso en la mejilla como agradecimiento. Tomo los chicles, pero eran de menta-Mamá, son de menta-

-Oh si, no había sandía cariño, lo siento- se disculpo la mujer mientras acomodaba algunas cosas en la alacena.

-Tranquila, está bien así- dejó a su hermana en su corral y subió de regreso a su habitación.

Chicles de Sandía Where stories live. Discover now