·Él·

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— ¿A dónde vas?

Las cosas con Greco siguieron igual, realmente, ninguno de los dos recordó la pequeña disputa que tuvieron en la biblioteca, y Viktor, por más dolido que estuviese, tampoco quería hablar de ello. Así que ambos llegaron a un acuerdo silencioso; dejar el tema de lado.

Al menos por ahora.

— Por ahí. — Encogió los hombros restando importancia antes de meter sus manos en los bolsillos. Greco no insistió, pero le siguió con la mirada, al momento en el que Volkov desapareció por los pasillos, sacó su teléfono y empezó a mover sus dedos rápidamente por el teclado digital.

Viktor iba en busca de Horacio, desde que este le hizo aquel lindo gesto, su confianza al tratar con el chico aumentó, por lo que, quería proponerle un almuerzo juntos. Cuando estuvo cerca de su clase, que para nada acosó como para saber cuál era, se apresuró al ver cómo las personas salían de ella.

El nerviosismo creció en su pecho, y no solo por volver a ver al omega, sino por el mero hecho de no encontrarlo, y que todo su improvisado plan (de conquista lenta pero segura) se vaya al garete. Con la fe en la punta de sus dedos, se acercó a la puerta con la esperanza de verlo aún dentro.

El aroma dulce, picante, incluso cítrico, llegó a sus fosas nasales alborotando sus sentidos. Sus ojos se abrieron de sorpresa... olía a omega, a un omega próximo al celo. A diferencia de lo que otras personas pensaban, tenía buen control en su alfa, y nunca se interesó en alguien en particular. Sin embargo, su lobo se alboroto solo por la idea de estar cerca de su alma gemela en celo.

Cuando menos lo supo, Horacio corrió fuera abandonando todo, prácticamente huyendo. Eso pareció ser una señal para el regreso del raciocinio de Viktor. El omega no debería estar cómodo, y estar rodeado de alfas imbéciles podría ser un problema.

Volkov no pudo evitar correr tras de él.

Se supone que su deber como destinado era protegerlo... hasta de su propio alfa.

La persecución los llevó al vestuario que Viktor conoce como la palma de su mano. Horacio cerró la puerta con fuerza detrás de él, suspirando con esfuerzo. Las piernas le estaban empezando a temblar y el miedo nació, pero él no se iba a dar por vencido. Jura que, si alguien le pone una mano encima, lo morderá hasta dejarla sin piel.

Pero la angustia y el malestar se estaban volviendo tan grandes que comenzó a dudar de su propia perspicacia.

— Horacio, soy Viktor. — Tocó la puerta, no queriendo abrirla y asustarlo. El alfa también respiraba de manera irregular, no por la carrera que se había hecho, sino por la inquietud que no lo dejaba pensar en frío.

— Solo quiero ayudarte, no te obligaré a abrir la puerta, pero debes tomar en cuenta que tu olor es bastante fuerte, atraerá a otros... Necesito que- — Viktor suspiro con fuerza al tiempo que llevaba su mano derecha a sus hebras y las despeinaba. — Necesitas llamar a alguien, necesitas salir de aquí.

— Deje todo en clase. — Lo escuchó decir en un hilo de voz. El alfa empezaba a desesperarse.

"Joder, joder"

— Tengo un teléfono. — Recordó, y tan rápido como lo pensó lo dijo. Una pequeña luz de esperanza brilló ante sus ojos.

— Yo... no recuerdo ningún número. — jadeo. Volkov gimió desesperado. Ambos compartieron un silencio; el alfa pensando cómo ayudarle y sacarlo de la Uni sin que se le tiren encima, y Horacio conteniendo todo el nivel sintomático del celo.

Ninguno iba por buen camino.

¿Hueles eso?

Sí, y me gusta.

Las alarmas resonaron en Viktor.

Sin pensarlo dos veces se pegó a la puerta, y con voz casi suplicante dijo. — Déjame entrar.

Le está afectando mucho más de lo que pensó, tal vez dirigirse a un vestuario donde suelen estar betas y alfas reunidos, no fue la mejor de sus ideas; su olfato aún era capaz de percibir rastros de feromonas alfa esparcidas por el lugar. Ese hecho empeoró su estado.

A este paso suplicará por la atención de cualquiera que se acerque.

El no podría vivir con ello. Se modificaría de por vida.

Horacio admitió para sí mismo que necesitaba ayuda. Viktor podría ser un cualquiera, pero no un cualquiera normal; él fue amable a pesar de su trato, él no abrió la puerta a pesar de no estar señada, él pidió permiso... ¿Por qué no confiar en él?

Después de todo, su aroma le resultaba atractivo.

El omega le permitió la entrada al alfa... y el mareo fue inminente. En ese momento fue consciente de que ya no había marcha atrás.
 

Está absolutamente en sus manos... lo raro, es que esa idea no le disgustaba.






·.·.·.·

Notita; quería hacer ver al final que H está comenzando a ser afectado por el celo, así que no se confíen mucho por lo que piensa...

¡Lamento que esto sea tan corto! el próxima será más largo, lo prometo

Nada, hasta aquí, menos el domingo o el lunes con actu! Muchas gracias por leer. 

Buena Intención ·. VolkacioWhere stories live. Discover now