Sentía que mis palabras tropezaban unas con otras, pero sabía que Michael estaba analizando cada una de ellas, tenía esa vena saltada en su frente, la que le sobresale cuando estaba enfocado en algo.

— Entiendo, y ¿qué hay de mí? ¿Era parte de tu plan en contra de tu padre?

— ¿Que? No, Michael jamas jugaría contigo, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

— ¿segura? Creo que, en tu idea de revelarte, salir con un empleado podría ser una forma de venganza con tu padre por intentar controlar tu vida amorosa ¿no lo crees? Sino porque otra razón, teniendo un matrimonio en puerta que probablemente vale millones, saldrías con un simple gerente.

— No, Michael, nunca haría eso, además te conocí antes ¿recuerdas? Esa noche de fiesta. Creí que jamas volvería a verte, pero continuabas en mis pensamientos y entre aquí a tu oficina, encontrándote nuevamente con esa sonrisa coqueta y tu porte seguro. Todo en ti me cautivo, soy tuya, te pertenezco en cuerpo y alma, desde la noche en que te conocí. Nunca has sido parte de mi rebeldía, eres lo más real y el mayor amor que he recibido en toda mi vida, no creas ni por un instante que lo nuestro no significa nada para mí, porque lo nuestro es todo.

— No sé qué pensar en este momento, he tenido que enterarme de demasiadas cosas a la vez. Es un día repleto de trabajo, prefiero enfocarme en eso. Te puedes tomar el día si deseas, creo que necesitas arreglar tu vida privada Srita. Wilson.

Dijo lo último con desdén. Todo lo que había intentado evitar me había explotado en la cara, dejando mi corazón destrozado, Michael me odiaba.

Estaba teniendo un gran control sobre mis emociones, porque tan solo quería llorar, no podía perderlo, él era el amor de mi vida.

Sali de esa oficina que me rodeaba de frialdad, ahora tenía que reparar dos corazones rotos, pero antes debo hablar con el Sr. Wilson, mi padre.

Si él se encontraba en la ciudad, era muy probable que estuviera en la casa familiar.

Era hora de arreglar mi desastrosa vida familiar.

Toque el timbre con impaciencia. Mi padre era capaz de hacer cualquier cosa, incluso despedir a Michael, no porque protegiera a su pequeña, más bien protege su fortuna y apellido.

Anna me recibió con una sonrisa fraternal, su esposo e hija podían ser horribles, pero ella siempre me visito y cuido, realmente había sido una madre o lo más cercano que aspire a tener.

— Cariño, que sorpresa. Pasa, estas en tu casa.

—Hola mamá, tenía tiempo sin venir lo sé ¿está mi padre en casa?

La palabra padre siempre me dejaba un sabor amargo, como ese medicamento para la gripe.

— Esta en el estudio, ya lo conoces, adicto al trabajo.

Si, claro, una cosa era ser adicto al trabajo y otra al dinero, él amaba su cartera llena.

Aunque si, desde que conoció a Anna él trabajaba desde casa, ella había logrado ablandar un poco su corazón de hierro. Anna era la mujer que siempre animaba los eventos, su espíritu alegre mejoraba tu día, si tan solo mi hermana hubiera sacado más genes suyos que de mi padre, seguro seriamos mejores amigas.

— De acuerdo, mantendré una plática con él, si pudieses informar a cualquier persona que no se acerque por favor.

— Entiendo cariño, buena suerte.

Me guiño su ojo y continuo sus labores, ella adoraba ir de compras, pero era toda una ama de casa y empresaria, mi padre había creado una fundación para madres solteras y mujeres con cáncer, si, era irónico que un hombre machista invirtiera su dinero en algo así, pero era más para que Anna se mantuviera ocupada en algo más que los deberes.

Un corazón de oroWhere stories live. Discover now