Capítulo 2

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Después de la cita en el restaurante, me encontraba dando un paseo en Central Park junto a David.

El día era cálido, y su cabello rubio resplandecía en destellos dorados, era un chico bien parecido no lo iba a negar, hasta el momento se había comportado de una forma honorable.

— Sabes David, admiro la relación que tienes con tu familia.

— Bueno somos muy unidos sí, aunque esa obsesión con el matrimonio no me gusta.

— Ya lo sé, mi madre esta igual, aunque tu aún eres muy joven, sino me equivoco y eres de la edad de Amber tienes veintidós años.

—No, en realidad tengo veintitrés, pero ¿te molesta la diferencia?

Pude ver preocupación en su rostro, así que le sonreí segura. De todas formas, solo eran dos años de diferencia. No demasiado.

—En absoluto, eres un chico muy agradable.

— ¿Solo agradable?

Sus ojos verdosos se clavaron en mi persona, esa mirada imponía su presencia frente a mí. Y volvía a sentir el rubor de las mejillas.

— Como te decía, mi madre también insiste en arreglar mi matrimonio, bueno por esa razón llegue a esta cita, pero quisiera que valoraran mis logros académicos y personales.

David me daba una mirada atenta. Mientras me indicaba que tomara asiento en una banca.

— Anna mi madre, siempre está presente en esos logros, pero mi padre es un caso completamente distinto.

— Que extraño, las veces que he ido a cenar con Amber a su casa se ve como un padre devoto.

— ¿Has estado cenando en casa?

Pregunte mientras lentamente el resentimiento calaba en lo profundo de mi corazón. Un pequeño pinchazo de celos. Y sin duda el no habia visto lo despiadado y crudo que era Liam Wilson en los negocio mucho mas como padre.

—Si, nunca estas ahí, Amber me explico que prefieres tu individualidad.

Reí fuerte, intentando contener las lágrimas.

—Vaya, Amber es buena inventando historias sobre su familia.

Musite con amargura. Porque esoe ra una total mentira.

—En realidad, David, mi padre Liam Wilson no me quiere, lo vi hasta los cinco años, después de eso les dijo a mis abuelos que ya no podía más conmigo y me dejo a su cuidado.

El me miraba impresionado, y un poco descolocado sobre cómo reaccionar al respecto.

—Y bueno él ya estaba casado con Anna, si no lo sabías ella no es mi madre, pero me cuido desde que tenía dos años, meses después llego Amber. Estuvimos bien en esa época, pero conforme crecía mi parecido físico con el de mi madre revivía el recuerdo en la memoria de mi padre, por eso me abandono, al menos esa es mi teoría.

Me levante de la banca, girándome en dirección contraria porque podía sentir el agua cayendo por mis mejillas. David no debía verme así, odiaba exteriorizar mis emociones. Me había excedido con la información personal, pero me había transmitido una seguridad y confianza que todo lo que decía, salía de forma natural. No solía ser de las que sacaban los trapos sucios de la familia a la primera.

Él se mantuvo al margen de mi situación y me esperó paciente, caminé un poco sola, para cuando me di cuenta el sol se estaba metiendo.

—Es hora de la diversión Mariane.

Asentí y caminé junto a él en dirección a su lujoso automóvil.

Nunca había ido a Platinum bar, era demasiado caro y además las fiestas no eran lo mío, sin embargo, fue elección de David.

Al entrar, fui recibida por el olor de perfume caro mezclado con el sudor corporal, las chicas se movían al ritmo de la música enfundadas en sus ajustados vestidos de marca.

—Te traje aquí porque este es uno de nuestros mejores clientes, además de que siempre es bueno un poco de baile.

Me dedico una sonrisa cargada de emoción y picardia.

—Me encargare de que pruebes los mejores vinos esta noche.

Lo observé con sospecha, pero respondí

—Eso me gustaría, solo no excedas mi límite de tolerancia porque seré tu pesadilla

Soltó una risa en burla y me cuestiono

— ¿Pesadilla?

—Si, el alcohol es mi enemigo en exceso, no te gustaría conocerme.

— Creo que si me gustaría no dudo que sería divertido.

Me tendió su mano guiándome entre la multitud, camino hacia la barra.

Intercambio un par de palabras con el mesero y enseguida giro en mi dirección para tenderme una copa de vino oscuro, su olor era fuerte.

—Un brindis, por tener la dicha de compartir el día de hoy con una mujer tan hermosa como tú, Mariane.

Levanto su copa junto a la mía, provocando un tintineo, David era un poco cursi, pero agradable.

—El gusto fue mío, esperemos la noche sea larga.

Le devolví una sonrisa, sabía que con mi respuesta infinidad de escenarios pasarían por su mente, pero no debería viajar demasiado. Hoy solo quería relajarme y bailar hasta no sentir el piso.

David lucía una sonrisa hermosa mientras bailaba a mi alrededor, no tenía idea de cuantas copas había bebido, tres botellas vacías reposaban en la barra, vaya supongo que bebimos demasiado porque de un momento a otro me encontraba llorando.

Siempre lo hacía cuando bebía de más, el alcohol y las fiestas me daban diversión, y algo de alegría momentánea. Pero pasado unos minutos volvía a sentir es vacío en mi pecho. Esa voz que susurraba en mi cabeza que nadie jamás me amaría, sin importar cuanto empeño dedicara, nunca sería suficiente para merecer cariño.

Reí tan fuerte que algunas personas se asustaron de mi espectáculo, es que todo era culpa de mis padres, me he esforzado tanto por ser buena ¿porque ninguno de los dos me ama? Bueno Anna me queria pero no lo suficiente porque, no era su hija biologica.

Y para cerrar el día la última etapa de mi borrachera, el colapso. Antes de que mis ojos se cerraran por completo pude ver el rostro de David asustado por mi situación, le sonreí.

—Te dije que sería una pesadilla.

Los rayos de luz a través de la ventana me indicaban que era hora de despertar, mi cuerpo se sentía pesado y tenía la garganta reseca. Corrección tenía resaca. Quien diría que el vino podría ser tan devastador.

Podía sentir la cruda moral atravesarme como cuchilla. Había arruinado la cita con David. Aun así, la molesta mirada de mi hermana Amber era aún peor.

—Creí haberte dicho que David era un buen chico ¿porque decidiste actuar de esa manera?

La mire ofendida

—En mi defensa le advertí que sucedería, discúlpame por no ser la señorita diversión como tu comprenderás hermanita.

Le sonreí sarcástica. Vaya ahora la ofendida era ella, me alegro.

—Como sea, das asco deberías darte un baño.

Indico observándome de arriba hacia abajo. Maldición. Tenía vomito en todo mi cuerpo, rogaba internamente que David hubiese salido ileso de mi salpicadero.

—A todo esto ¿qué haces en mi casa?

Me miro como si fuese tonta y ella tuviera toda la razón del mundo

—David me llamo por la noche, diciendo que estabas inconsciente en su auto y que no sabía a donde llevarte. Así que le di tu dirección y esperé por ti, de nada. Por cierto, él te dejo esto.

Me lanzo una tarjeta de presentación junto a un ramo de rosas, vaya era un buen gesto de su parte considerando el espectáculo que había montado la noche de ayer. 

Un corazón de oroWhere stories live. Discover now