Pasaron unos siete minutos y mamá hablaba entretenidamente con la señora esta, suponía que cosas maternales y cosas por el estilo porque papá se veía muy incómodo. Y yo me estaba orinando. Era mejor que fuera al baño directamente, no quería volver a mearme en los calzones. Aunque Yoongi no estaba aquí para que eso ocurriera.

—Disculpe, ¿Puedo ocupar el baño?

—Por supuesto. Está al lado de la cocina, cielito.

—Gracias.

Me paré del sofá y me dirigí a donde la señora me indicó. La puerta estaba cerrada, golpeé con los nudillos de mis dedos.

—¿Está ocupado? —pregunté frunciendo el ceño. Se escucharon sollozos que trataron de ser silenciados. Nadie me respondió, volví a repetir lo mismo. Hasta que una ronca y abismal voz me dijo:

—Sí.

Y en los siguientes dos minutos la puerta se abrió y me dejó a ver un niño pequeño. Traía el flequillo hacia adelante color castaño, y sus ojos eran mieles con bolsas rojísimas debajo de sus ojos. Al igual que su nariz. Me dio tanta ternura, y a la vez lástima.

—¿Por qué estás triste? —me hinqué frente a él. Sorbió sus mocos.

—Mamá y papá me abandonaron. Y ahora estoy solo. —de sus pequeños labios se formó un puchero adorable. Le tomé de las manitas.

—Ow... ¿Por qué dices eso? —él niño me miró con una expresión insomne.

—Señorita, ¿Es que no sabe lo que significa abandonar? Me han dejado aquí y no me quieren, extraño a mis papis. —un sollozo se escapó de su boca y yo lo abracé.

—No digas eso, seguramente muchos te quieren.

—No es cierto. Todos se burlan de mí porque dicen que soy un llorón, que soy un mariquita. Siempre me excluyen cuando quiero jugar con ellos. Pienso que son mis amiguitos pero no es cierto, siempre se ríen de mí.

Me quedé sin palabra alguna, sentí que un ratón se había comido mi lengua. Demonios, ¿Como era posible eso? Una lágrima se escapó de mi mejilla. Sin saber por qué, recordé cuando tenía ocho y todos se burlaban de mí, porque era fea. «El patito feo».

—¿Qué edad tienes, amiguito? —le miré fijamente. El niño tenía algo especial.

—Cuatro. —mostró sus delgados dedos.

—¿Y tu nombre?

—Sammy, pero Lana me dice Sam. ¿Y usted?

—Yo me llamo Chloe, pero mi mamá me dice Loe. —dije divertida.

—Loe, ¿Los hombres lloran?

—Por supuesto que los hombres lloran. Papá lloró cuando mamá quería el divorcio. Pero no le digas que te dije. —dije susurrando, Sam dejó escapar una risita que iluminó su rostro.

—¿Enserio? ¿Osea que ellos mienten?

—Si que mienten. Niños mentirosos, cuchicaca.

—Oh Chloe, ¿Por qué dices que lloré cuando mamá me quiso dar el divorcio? —pegué un brinquito al ver a papá delante de mí. Con una sonrisa y con sus ojos brillando, le miré bien, podía sentir que decía «Este es el chico» Y sin querer decirlo.

Y no me equivoqué, cuando mamá estaba firmando el papel de adopción y que este mismo sábado lo tendríamos en casa a Sam. Le dije que nos volveríamos a ver pronto, y el chico se emocionó. Me sentía con el corazón desbocado. Mamá se la pasó diciendo en el camino lo mucho que le había encantado a Sammy, que era adorable y especial. Justo lo que yo decía.

Dark Sides | Min Yoongi [EDITANDO]Where stories live. Discover now