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—O sea... ¿está en toda la vía?
—No esta en toda la vía.— habló Luna del otro lado de la línea. —Está en una esquina más adelante de la vía.
—Okay, lo tengo.— dijo la rubia asintiendo.
De repente el timbre de la puerta abajo sonó.
—¡Es mi papá! ¡Es mi papá!— habló el pequeño castaño levantándose como un terremoto de la cama.
—¡Andrew! ¡No corras!— le grito Casey.
—¡Perdón!— salió corriendo de la habitación.
—Dios, este niño va a volverme loca.
—¿Que pasó?
—Nada, ¿entonces la dirección es? ¿Más adelante de la vía?— preguntó mientras trataba de destapar su perfume.
Mientras tanto, el pequeño Andrew bajó las escaleras lo más rápido que pudo y corrió hasta la puerta para poder ir a abrir. —Yo abro Lucy, es mi papá.— dijo el pequeño al ver a la mayor acercándose a la puerta para abrir.
Rápidamente abrió la puerta encontrándose con la figura de ciertamente su padre. —¡Papi!— dijo emocionado.
—¡Hey! ¿Que pasa amigo?— dijo estirando sus manos para alzarlo. —¿como estas?— le dio un sonoro beso en la mejilla.
—Bien !¿y tú?!
—Bien. Me alegra que estés bien, estás muy pesado y muy grande, ¿que es lo que comes?— preguntó bajándolo.
—Mmm, mi mamá me da muchas cosas.— dijo caminando a su lado hacia la sala.
—¿Si? ¿Y donde está tu mamá?
—Está arriba, se esta arreglando como si fuera a una alfombra roja o algo así.
—¿Y a donde va?— preguntó el castaño curioso.
—No lo sé, estaba hablando con la tía Luna, así que creo que saldrá con ella.
—Ah... ya veo.— dijo asintiendo. ¿Y tú que tal? ¿Como te está yendo en la escuela eh? Ayer no respondiste mis llamadas.
—Lo siento, papi, es que estábamos jugando a la escondida con mi nuevo amigo y no podía contestar. Pero todo va bien en la escuela, ayer hice un dibujo de un dinosaurio y la maestra lo puso en la pared.
—¿De verdad? eso suena genial, Deberías mostrarme ese dibujo más tarde. ¿Y tú mamá? ¿Cómo ha estado?
—Mami está bien, a veces se pone medio paranoica.— dijo haciendo un gesto gracioso que hizo que Robert riera.
—Tu mamá siempre ha sido paranoica y además de eso sensible.
—Pues si.— dijo el pequeño. —¿Vas a quedarte mucho tiempo, papi?
