Nostalgia

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Estaba anticipando nerviosamente nuestra primera cita cuando decidimos dar un paseo por el parque. El aire se llenó de emoción cuando llegué y él me saludó con una cálida sonrisa que instantáneamente alivió mis nervios. Comenzamos a caminar, rodeados por el susurro de las hojas y la suave brisa. Mientras deambulamos por el parque, inició una conversación:
-Entonces, ¿cómo ha ido tu día hasta ahora?
-Ha sido bueno, un poco nervioso por esta cita, para ser honesta — Él se rió entre dientes
-No hay necesidad de estar nervioso. Simplemente estoy feliz de estar aquí contigo —Seguimos hablando, compartiendo anécdotas y descubriendo intereses comunes. El ambiente del parque proporcionó un telón de fondo sereno para nuestra incipiente conexión. De vez en cuando, nuestras risas resonaban en los espacios tranquilos, creando una atmósfera confortable. En medio de las flores, preguntó
-¿Cuál es tu recuerdo favorito de la infancia?" -Probablemente los veranos que pasé en la casa de mis abuelos. ¿Y tú? — Omito la parte de Reda, cuando pienso en el pasado, siempre aparece el en mi cabeza
-Construyendo casas en los árboles con mis amigos. Tiempos sencillos —Mientras caminábamos, nuestra conversación fluyó sin problemas, abordando sueños, aspiraciones e incluso nuestros libros favoritos. El sol comenzó a ponerse, proyectando un cálido resplandor en los alrededores.
-Ha sido una velada maravillosa. Me alegra que hayamos decidido dar un simple paseo por el parque
-Yo también. Ha sido una gran primera cita. Cuando las estrellas empezaron a salir, buscamos un banco para sentarnos y disfrutar de la tranquilidad. El parque, ahora iluminado por una suave luz de lámpara, se convirtió en un telón de fondo mágico para nuestra creciente conexión. Con sinceridad genuina, expresó
-Realmente disfruté nuestro tiempo juntos. ¿Podemos hacer esto otra vez?".
-Por supuesto. Me encantaría — Y así, nuestra primera cita concluyó con promesas de más por venir, selladas por los momentos compartidos y la conexión genuina que habíamos descubierto en esa encantadora tarde en el parque.
Al cruzar la puerta de mi hogar, una avalancha de emociones de la cita todavía persistía en mi mente. No pude evitar recordar los momentos más destacados de la noche. Me quité los zapatos y allí estaba: una mezcla de emoción y reflexión. Dirigiéndose a la cocina, tomé un vaso de agua y dejé que el líquido frío calmara los nervios residuales. El suave resplandor de la sala me dio la bienvenida y me hundí en el sofá, saboreando los momentos de tranquilidad para procesar la noche. Con mi teléfono en la mano, no pude resistirme a revisar rápidamente los mensajes intercambiados durante la cita, con una sonrisa en mis labios. Cuando me puse algo más cómodo, la atmósfera de la habitación pareció absorber la energía positiva de la noche. Mientras me sentaba, bolígrafo en mano, comencé a anotar mis pensamientos en un diario: un ritual personal para capturar la esencia de la fecha. Las páginas se convirtieron en un lienzo de emociones, detallando las risas, las historias compartidas y los sutiles matices que hicieron que la velada fuera memorable. Con un suspiro de satisfacción, me acomodé en un rincón acogedor con un libro: una suave transición del zumbido externo a la tranquilidad de mi propio espacio. La habitación abrazaba una reconfortante quietud, permitiéndome procesar las emociones que se habían desarrollado. A medida que iba cayendo la noche, me encontré perdido en los ecos de la cita, y la calidez persistía como un suave resplandor. Fue un momento para saborear, apreciar la conexión forjada y anticipar ansiosamente el potencial de más. Esa tranquilidad se rompió en cuestión de segundos...
Mi teléfono sonó, rompiendo la monotonía habitual de mi día. Miré la pantalla y vi el identificador de llamadas: Ritaj. Habían pasado dos años desde la última vez que hablamos. La curiosidad se mezcló con un dejo de nostalgia mientras dudaba antes de responder. "¿Hola?" Saludé con cautela. "¡Jinan! Soy Ritaj", su voz, una mezcla de entusiasmo y familiaridad, resonó a través del teléfono. "¡Ritaj! Ha pasado tanto tiempo. ¿Cómo has estado?" No pude ocultar la sorpresa en mi voz. Solíamos estar muy unidos y la vida nos había llevado por caminos diferentes. Después de ponernos al día con los acontecimientos de la vida, descubrimos algo inesperado: Ritaj se había mudado a la misma ciudad que yo. La revelación provocó una mezcla de emociones: sorpresa, alegría y un atisbo de arrepentimiento por el tiempo perdido. "¿Por qué no me dijiste que estabas en la misma ciudad?" Pregunté, formándose una sonrisa como si nuestra conexión se hubiera reanudado sin esfuerzo. La vida nos había mantenido ocupados con su danza caótica, haciéndonos perdernos de vista. Ritaj explicó los giros y vueltas que la llevaron a mudarse y yo compartí los eventos que habían dado forma a mis últimos dos años. A medida que se desarrolló la conversación, fue evidente que a pesar del tiempo que estuvieron separados, el vínculo que una vez compartimos aún perduraba. Nos reímos de los recuerdos compartidos, discutimos los cambios en nuestras vidas y exploramos la idea de reconectarnos. "Deberíamos reunirnos", sugirió Ritaj. Estuve de acuerdo, la perspectiva de redescubrir nuestra conexión en persona me llenó de anticipación. La llamada terminó con una nota prometedora, la promesa de reconstruir el puente que el tiempo aparentemente había desgastado. Después de colgar, un torbellino de emociones me envolvió. Había una sensación de alegría al redescubrir una conexión perdida, arrepentimiento por el tiempo que se había perdido y entusiasmo por la perspectiva de reavivar una amistad que alguna vez había sido una parte integral de mi vida. De pronto la ciudad se sintió más pequeña, como si el destino hubiera orquestado este inesperado reencuentro. Una nueva calidez se instaló dentro de mí y la promesa de un futuro encuentro con Ritaj añadió un tono vibrante al lienzo de mi época.

In sha allahDonde viven las historias. Descúbrelo ahora