3.1 • Primer día

83 8 32
                                    

Tengo días malos y días buenos, pero los malos no lo serían si Will estuviera aquí. Él entendería.

Acabo de salir del baño, aún con el cabello húmedo. No sé cómo acomodarlo, está un poco más largo de lo usual. Creo que saliendo de la escuela iré con el peluquero a que me peine el cabello como siempre.

Me pongo lo primero que me encuentro. Lo que básicamente es el mismo pantalón de ayer, pero con una camisa diferente.

Al bajar a desayunar veo a mi mamá y ella me pregunta qué tal me siento para mi primer día de escuela. Le sonrió a medias y le digo que algo nervioso pero todo bien.

Lo que le dije a mi mamá no era una broma. En verdad me sentía nervioso, digo, pasar de ser de los grandes a la escuela a ser un novato en cuestión de solo un verano es algo a lo que nadie nunca se va a acostumbrar. Lo bueno de esto es que sé que en algunas semanas no voy a recordar qué se sentía. Al menos eso espero.

—¿Nancy te llevará?— cuestiona mientras cortaba a trozos la fruta sobre la barra.

—Supuestamente. Es capaz de hacer que corra hasta la escuela.

Reímos unos segundos. Todos desayunamos.

En verdad sentí un alivio con ese desayuno. Platicamos y cuando menos me di cuenta, ya estaba lavando mis dientes, detuve mi mirada sobre el espejo. Estaba sintiendo una vibra muy extraña, como si me estuvieran viendo. Continúe con lo que hacía y al final lo dejé pasar.

Subí al auto con Nancy, abracé mi mochila y cerré los ojos. Se me estaba yendo el sentido del oido. Escuchaba las cosas como si estuviera dentro de una alberca, es por eso que cuando mi hermana hace la pregunta, solo escucho una palabra.

—¿... extrañas?— me pregunta ella y me mira con al volante en las manos. La miro solo de reojo y luego giro mi cabeza al lado contrario.

—Sí— contesto después de que mi subconsciente haya rellenado esa oración a su conveniencia.

—Bueno, es que yo igual la pasé mal estas semanas y realmente no espero que lo sueltes como si nada haya pasado— hace una pausa, suspiro y vuelvo a girar para mirarla de regreso.

—Es que... Siento que de verdad me hace mucha falta— y sí, ese amigo con el que ma la pasaba todo el día me hace falta, una sorpresa para nadie.

—Entiendo. Bueno, yo lo siento así con Jonathan, entonces supongo que tú sientes lo mismo con Ce, ¿cierto? El que ella se haya ido no es fácil— me pone una mano en el hombro.

Así que hablamos de Ce, bueno, es momento de seguirle la corriente.

—No, no lo es. Pero... Bueno, tampoco quiero centrar mi atención en ella. Es mi primer día, y no quisiera repetir lo que dice mamá, pero podría ser un nuevo comienzo— le digo intentando verme entusiasta.

—Eso quería escuchar— sonríe —. Hasta podrías hacer nuevos amigos.

Abro tanto los ojos que podrían salirse de sus cuencas. No podría conseguir más amigos ni aunque lo intentara. No podría hacer eso. No podría hacerle eso.

—¿Pero cuál es la necesidad de hablarme como niño de Kinder?— me quejo y reímos juntos.

Uno de nuestros pocos momentos en los que realmente parecemos hermanos.

Por fin gira la llave, el auto hace sus ruidos y avanzamos.

Prendo la radio, quito estación tras estación y no dejo ninguna porque escuchan canciones de la época de mi abuela o están dando noticias. No quiero escuchar eso a las ocho de la mañana.

A través de mis ojos || Byler Where stories live. Discover now