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Los días llegaron a verse tan lentos frente a él que ahora no comprendía cómo era que todo a su alrededor aún continuaba. Su mente todavía se encontraba imaginando escenarios ficticios dónde Jungkook estaba a su lado.

Su boda se había realizado, ambos se besaron frente a todos y los gritos de alegría se escucharon por toda su casa. Después de la ceremonia festejaron y bebieron junto a la familia de Taehyung trayendo  consigo la mejor compañía de ese día, cada pequeño detalle había sido tan bien hecho que se podría llamar la boda del año. Los medios hablaban de ello mientras los dos se encontraban en su luna de miel en Jeju.

—Disculpa Tae, tengo que irme, pero por favor come lo que deje en la mesa. Más tarde vendré de nuevo— la voz ajena se pudo escuchar al otro lado de la puerta trayendolo a su realidad.

Las lágrimas nuevamente se dejaron caer, empapando sus mejillas mostrando así el dolor aún encontrado dentro. Un grito se escuchó y seguido de todo comenzó a tirar las cosas de su habitación intentando liberar todo lo acumulado.

—¡MALDITA SEA!— el espejo cayó al suelo quebrándose en cientos de pedazos, el televisor fue aventado mientras otras cosas eran rotas al compás del dolor. —¡JUNGKOOK NO PUEDES IRTE!—

Al otro lado, en un mundo opuesto, el alma que aún caminaba pudo llegar a sentir un dolor dentro de él, percibiendo la conexión que aún tenía con su prometido.

Bam volteo mirar a su dueño, habiendo notando que dejaba de seguirlo ya hace unos segundos. Corrió hasta él y se restregó llamando su atención —Bam, es Taehyung— el canino al escuchar el nombre de aquel chico, solo bajo las orejas, recordando que él seguía solo en el mundo de los vivos. —Bam, no puedo seguir, él me necesita—

El canino jaló a Jungkook de la punta de su manga intentando que siguiera, pero el simplemente no respondía a ello, manteniéndose parado recto. —Bam, lo amo tanto, por favor tú no me hagas esto— el pequeño solo escondió su cola entre sus patas y bajo la cabeza sintiéndose mal por su dueño. —Tengo que volver— dió media vuelta, dispuesto a salir de ahí, pero alguien lo detuvo.

—Piensa, niño. Nuestros cuerpos físicos, del mundo de los vivos, ya no existen. O han sido enterrados o solo son cenizas ¿Como pretendes volver?—

Jungkook se detuvo y pensó todo eso, su alma continuaba ahí, ya nada de lo que era tenía existencia ¿Cómo iba volver?

—Si hablas con los Dioses puede que ellos te concedan una oportunidad para ver a esa persona que tanto amas— el hombre continúo caminando ahora siendo seguido por un Kook bastante ansioso.

—¿Cómo hago eso?—

—Continuando, hazles ver qué eres merecedor de su atención—

El hombre fue guiado por su amigo canino, de entre las aguas, dándole certeza de que lugar pisar para no hundirse. Jungkook le miro desde lejos y volvió hacia Bam, quien caminaba frente a él.

Quedándose ahí parado no podría regresar, así que ahora tendría que mostrarles a todos esos Dioses que el sería merecedor de un deseo suyo.

—Solo espera un poco más amor, iré hacia ti —

El Mictlán: La Muerte De Los Dioses || TAEKOOK Donde viven las historias. Descúbrelo ahora