Capítulo 56: un mundo ideal

Start from the beginning
                                    

Y eso me aterrorizaba un poco.

Lo cual era gracioso. Me asustaba el hecho de ir a vivir sola con mis amigos a otra ciudad, pero no subirme a una nave y visitar otro planeta.

Suponía que mis genes ayudaban a eso.

Hator se había aparecido hoy a la mañana en mi habitación, preguntándome si me apetecía dar un paseo. Claro que no me imaginé que me traería hasta aquí, sino que había pensado que íbamos a ir a algún parque de Mine Concect o algo por estilo...pero nop.

La miré, y me maravillé una vez más con su pelo azul. Era tan sedoso y suave que quería pasar mi mano por él y saber si realmente se sentía como espuma...

Hator rio.

—Hazlo, si quieres.

Me llevé una mano a la cara, avergonzada.

—Oh, cielos, lo siento.

Semanas y semanas de práctica, pero yo todavía no conseguía mantener mis pensamientos para mi misma.

Hator se encogió de hombros.

—Ya aprenderás a no pensar tan fuerte, ten paciencia—sonrió.

Asentí, esperando que tuviera razón.

—Gracias—reí y sacudí la cabeza—. Oye, ¿has visto a Dhimot estos días? Porque hace bastante que no lo veo.

Era verdad. Antes me visitaba todo el tiempo, pero últimamente no había aparecido mucho.

Hator, para mi sorpresa, se tensó un poco.

—No... no tengo idea, sinceramente—dijo y me miró de reojo—. Pero debe ser porque esta ocupado con las clases. Suele desaparecer así cuando se compenetra mucho con ellas—se encogió de hombros y me miró, y el sol le alumbró el cabello, creando una especie de azul-dorado increíble.

Yo la miré confundida.

—¿Qué clases? No sabía que tomaba clases de pintura.

Negó con la cabeza.

—No, él es el que da las clases. A niños—frunció el ceño—. Creía que lo sabías.

Alcé mis cejas.

—No tenía idea. Solo sabía que es pintor y que puede... ¿captar más cosas que los demás? Y que ayuda a la Tierra cuando envía sus obras telepáticamente...

Hator me miró y luego rio.

—Te ha explicado lo más complicado, pero no lo más simple—negó con la cabeza, divertida—. Aparte de hacer todo eso, él da clases en la escuela de aquí. Es maestro de arte, de los más pequeños. Los que recién reencarnan en este mundo...—Miró hacia adelante, hacia un niña que estaba riendo a carcajadas en los brazos de lo que suponía era su madre—. ¿La parte de las escuelas lo sabías, verdad?

Hice una mueca, porque me habían dicho tantas cosas que ya estaba mareada.

—Honestamente, creo que sí, pero no recuerdo mucho...

Asintió, sin dejar de mirar a la niña. Me pareció notar un poco de anhelo en su mirada, pero no era posible.

O quizás sí, pero, ¿por qué?

—Aquí tenemos escuelas y universidades. En la escuela nos enseñan a conectar con nosotros mismos, a vibrar en armonía y en paz. Nos enseñan inteligencia emocional y todo lo que necesitamos para poder vivir civilizadamente en este planeta, para estar bien con nosotros mismos y con los demás. Allí aprendemos a meditar, a pintar, la telepatía...Todas esas cosas. A tratar con los demás—me explicó, con voz suave y dulce—. Dhimot enseña a conectarnos con nuestra creatividad, con nuestra alma. Y él lo hace a través de la pintura. No se trata de pintar perfecto, sino de poder expresarnos a través de ella. Hay otros maestros que enseñan danza, canto...Todo para poder expandir nuestro corazón.

Cuando Hator hablaba así, con esa voz más profunda de lo normal, me hacía dar cuenta con quién estaba hablando realmente. Ella no era una simple chica, sino que era mucho más. Al igual que las personas de aquí. Su sabiduría me asustaba y me fascinaba al mismo tiempo.

—¿Tu también trabajas en la escuela?—pregunté, con curiosidad.

Si bien Horus me había dicho que se dedicaba a trabajar en el Reino de las Almas, quizás también hacía otras cosas, como Dhimot.

Hator dejó de mirar a la niña para mirarme a mí.

—No, yo solo me dedico a trabajar directamente con las almas, como te ha contado mi hermano—sonrió.—Apuesto a que tienes muchas preguntas.

Reí en voz alta, porque sí, sí que las tenía.

—Tengo millones, pero...—la miré con atención, y algo nuevo se me vino a la mente—. Espera un momento, si trabajas con las almas de aquí, de Khracira, ¿significa que has trabajado con la mía?

Abrí mis ojos más de lo normal, porque jamás había pensado en esa posibilidad de que Hator hubiera guiado mi alma hasta este cuerpo.

Por dios...

Hator sonrió, contenta, y hasta parecía entusiasmada de hablar del tema.

—¡Estaba esperando que me hicieras esa pregunta!—dijo y rio—. Casualmente, sí, yo fui la que entró tu alma a este cuerpo, Zhelig. Pero hay más gente que se dedica a lo mismo que yo, sino no abarcaría con todo.

Mi corazón se paralizó unos segundos y me quedé muy quieta. Porque cielo santo, estaba hablando del alma... ¡De mi alma!

—Eso...—negué con la cabeza, aturdida—. ¿Te di mucho trabajo? ¿Cómo había muerto en mi vida anterior? No puedo creer que recién me entero de esto—murmuré—. ¿Mi alma es...linda?

Me imaginaba a mi alma como algo sonriente con dos coletas, pero suponía que no era así.

Hator rio y se colocó de costado, para quedar en frente mío.

—Déjame decirte que fue muy fácil. Estabas muy entusiasmada por reencarnar en este cuerpo, de hecho—entornó un poco los ojos y enarcó una ceja—. Y más que dos coletas, el alma es algo así como una bola brillante, como una esfera.

Reí entre dientes y cerré los ojos, porque era tan...íntimo lo que me estaba contando.

—¿Por qué no me acuerdo de eso?—Los volví a abrir y la miré con atención—. Salix me dijo que cuando comenzabas a encarnar en estos planetas tu memoria no se borraba, sino que recordabas todo.

Hator asintió.

—Y eso es verdad. Tu memoria no fue borrada, en realidad—sonrió de costado—. Lo que pasa es que como no te conectaste con ella ni con tu alma, no accediste a ciertas cosas. Eso es también algo que se enseña en la escuela...

A la que yo no había ido. Tenía sentido que los recuerdos no vinieran así como así, por sí solos, y que el «canal» (por llamarlo de alguna manera) se me hubiera cerrado por no haberme conectado con él.

—Pero ahora que estas trabajándolo vas a poder acceder a eso y mucho más. Así que, quédate tranquila, que no has perdido nada. Todo esta adentro tuyo—siguió diciendo, contenta—. En realidad, en tu planeta pasa lo mismo. Cada terrícola tiene adentro suyo todas las memorias y las respuestas, y cuando aprendan a encontrar la forma de abrirlo y de conectarse con él, van a descubrir lo maravillosa que en realidad es la vida.

♥♥♥

¿Qué habilidad les gustaría tener? ¿La de Horus, la de Dhimot o la de Hator?

Bueno, hemos llegado al último capítulo. El siguiente es el epílogo, asi que si me ven llorando no voy a decir quién soy.

HorusWhere stories live. Discover now