🐯🄿ⓡ🄾ⓛ🄾ⓖ🄾🐯

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Zoro odiaba conducir desde su trabajo en la ciudad de Flevance hasta regresar a su pequeña cabaña ubicada en un bosque con hoja perenne, un poco tropical y fresco, pero muy solitario e infestado de mosquitos. Aunque Zoro no tuviera problema con lo último, le estresaba escuchar el zumbido de esos insectos cerca de su oído sin dejarle dormir en ciertas ocasiones. Pero bueno, eso sólo sucedía cuando llovía muy fuerte.

Y esa noche era prueba de ello.

La camioneta algo fuera de un último modelo, con sus llantas manchadas de lodo y siendo una bestia todo terreno, se adentraba al camino despejado dentro del bosque con sus farolas amarillentas encendidas, alumbrando cómo podía. Zoro estaba agotado, claro que lo estaba. Vivir cinco meses en medio de ese bosque no era algo que le encantara tanto. Los antiguos dueños del lugar le habían dicho al jovén de cabellos esmeraldas que a su alrededor se podría encontrar con animales grandes y ciertamente peligrosos. Cómo grandes osos hambrientos y tigres. Pero Zoro había corrido con suerte de no toparse con ninguna de esas bestias hermosas en su casa o alrededor de esta.

Si Zoro al ver un mapache en su puerta se ponía histérico ¿cómo sería ver a un enorme animal dispuesto a arrancarle la cabeza de una mordida? El peliverde no quería imaginarlo siquiera.

La lluvia era cada vez más fuerte y finalmente el chico llegó a casa, apagó la camioneta y apoyó su frente en el volante, juraba quedarse dormido con el relajante sonido de la lluvia.

Pero el café caliente y las pantuflas de conejito le estaban llamando y con toda la pereza del mundo, tomó su maletín, bajando del auto apresurado pues las gotas de lluvia estaban más que heladas y Zoro sentía congelar sus huesos cuando la fresca brisa chocaba contra él. Subió las pequeñas escaleras para llegar a su puerta y metió la llave en el cerrojo torpemente, pero consiguió entrar y cerrar la puerta tras de él a la par que soltaba un largo y cansado suspiro.

—¡Casa! —Zoro chilló aliviado, subiendo las escaleras de firme madera a la vez que quitaba su corbata roja con cansancio.

Necesitaba una ducha inmediata, y una caliente para que su cuerpo entero junto a sus músculos se relajen y abandonen todo el estrés acumulado por el maldito día que tuvo.

Zoro quería conseguir un departamento en Flevance para no tener que literalmente viajar a ese bosque. No quería vecinos, prácticamente era el único habitante, pero ¿qué que le hizo llegar a comprar tal casa?
Zoro estaba arto que en su antigua casa en esa misma ciudad siempre estuvieran los vecinos con la escandalosa música arriba de su departamento o a un lado, odiaba que siempre que dormía un domingo por la mañana la lavadora de la vecina hiciera mucho ruido o inclusive estuviera gritándoles a sus hijos pequeños por unas travesuras.

Zoro quería paz, vivir en una casa que al despertar, el canto de las avecillas le den la bienvenida.

Por eso significaba salir de la ciudad y aquí está, metiéndose en la ducha en una casa en medio de un bosque con hoja perenne, y para terminar con broche de oro, lloviendo.

Minutos pasaron y Zoro ya estaba con sus bata antiguamente roja, ya que con tantas lavadas se convirtió en rosa, pero no le desagradaba en lo absoluto. Estaba leyendo el periódico que no alcanzó a leer está mañana mientras esperaba por su café.

Un trueno golpeó sus oídos alarmándole sintió la fría brisa colarse por la ventana de su cocina, sin dudarlo, se apresuró a cerrarla y cuando revisó su café listo, sirvió este en una taza.

Necesitaba relajarse, últimamente Zoro había tenido una carga pesada en el trabajo y sólo quería descansar, por lo que se dirigió a su cómodo sofá y se recostó sobre este. Podía quedarse dormido, pero el delicioso olor de su bebida le mantenía despierto y sin dudarlo le mantenía despierto y sin dudarlo comenzó a beberlo.

ᒪEOᑭᗩᖇᗪO ✧ 𝗟𝗔𝗪𝗭𝗢Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz