Capitulo 41. Solo necesito un abrazo.

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-Mami, ¿crees que algún día seré un gran hombre? -le preguntó él. Gloria dejó de tocar y lo miró.

-Claro que sí mi amor, serás un hombre de bien -le dijo ella acariciando su mejilla.

Sentí que algo frío caía por mi mejilla. Entonces mi mente salió de aquel extraño trance en el que había entrado y me di cuenta de que estaba sentado en el pasto de la Universidad. Miré la carta entre mis manos y sentí como por mi otra mejilla una nueva lágrima caía. Un nudo se había formado en mi garganta, haciendo que me costara trabajo respirar. Mi madre... mi madre me había escrito, mi madre estaba bien. Ella nunca se olvidó de mí...

- ¿Mario? -escuché que me llamaba. Levanté la cabeza y ella me miraba algo extrañada. Rápidamente se acercó y se agacho hasta mi altura - ¿Qué sucede?

Entonces el nudo en mi garganta se hizo más grande. La tomé del brazo y rápidamente la acerqué a mí, para abrazarla. Escondí mi rostro en su cuello y dejé que aquel nudo saliera de mí, materializado en lágrimas. Ella estaba algo confundida, pues sus brazos estaban indecisos a abrazarme o no.

-¿Qué pasa? -me volvió a preguntar.

-Solo necesito que me abraces, ______ -le hablé con la voz algo quebrada -Lo único que quiero es un abrazo.

Y entonces mi necesitada respuesta llegó. Sentí como sus pequeños brazos me apretaban con fuerza y me acercaban más a ella. Levanté mis brazos y rodeé su cintura. Lloré en silencio sobre su cuello. Sentí como su mano bajaba y subía por mi espalda... pero no con intención sexual o algo por el estilo. Era un gesto de cariño, de consuelo. Cerré mis ojos y me quedé ahí, pegado a ella. Respirando su aroma, y sintiendo un poco de tranquilidad entre sus brazos. No sé cuánto tiempo estuvimos así, simplemente perdí la noción de todo. Lentamente comencé a alejarme de ella. _______ me miró fijo y levantó su mano para secar mi rostro.

- ¿Qué sucedió? -dijo preocupada.

Miré la carta que estaba en mis manos y al instante tomé mi mochila y la guarde allí. Sonriendo levemente me puse de pie y ayudé a ______ a que lo hiciera.

-Nada cariño, tranquila -le dije y acaricié su rostro.

-No, no puedes decirme nada... porque tú estabas llorando y no creo que te pongas a llorar por nada... no eres la clase de hombre que llora porque sí.

- ¿Estas preocupada por mí? -le dije arqueando una ceja.

- ¿Acaso ni cuando estas mal logras controlarte un poco?

Sonreí divertido, aunque de verdad no me sentía muy bien que digamos.

-Nunca vas a dejarme escuchar que estás muy preocupada por mí ¿verdad? -le dije.

-No... no es eso. Yo si me preocupo por ti... anda, dime que pasó -dijo.

- ¿Qué haces aquí? -le pregunté.

-Vine a buscar unos papeles que necesitaba y pasé y te vi aquí... ¿Vas a decirme?

-Te extrañe hoy en las clases... no tenía a quien mirar de manera posesiva -dije para seguir cambiando de tema.

- ¡Ya no me cambies de tema! -me reprochó.

-Ya es tarde cariño, va a ser mejor que vayas para casa -le dije y me acerqué a ella para besar su frente. Me tarde un poco más de lo que el gesto ameritaba.

-Pero... -intentó hablar ella, pero comencé a caminar.

Me metí a la Universidad, necesitaba encontrar un lugar tranquilo para pensar, y que mejor lugar que sala de música. Miré a mi alrededor y ya casi nadie estaba en la Universidad. Llegué al salón y entré. Sonreí al ver el piano. Me acerqué, lo abrí y me senté frente a él.

Peligrosa Obsesión 'Mario Bautista y Tú'Where stories live. Discover now