Capitulo 28. ¿Por qué nadie hace lo que yo quiero?.

Start from the beginning
                                    

— ¿Cuál es tu problema? ¿Qué necesidad tienes de terminar ebrio? – me preguntó.

—Mi problema eres tú, así que si alguien tiene la culpa de mi estado en este momento, esa eres tú —le dije.

El coche se detuvo en una banquina. La miré extrañado. Se giró a verme y se quitó el cinturón de seguridad. Sin ningún problema se pasó atrás. La miré más extrañado que antes.

—Así que, yo soy tu problema —me dijo.

—Sí —dije asintiendo.

—Y para que todos tus problemas se fueran, yo tendría que acostarme contigo.

—Podría ser.

—Entonces lo haré.

— ¿Qué?

—Eso, que me acostaré contigo, como tanto lo deseas.

Se inclinó hacia mí y tomó mis labios en un acalorado beso. Mis ojos estaban abiertos, por la sorpresa de su comportamiento, pero no tardaron en cerrarse y en responder a ella. Gruñí mientras sentía como se subía a horcajadas sobre mí, y su lengua bailaba caliente junto a la mía. Sus manos se enterraron en mis cabellos y con cada movimiento me acercaba más a ella.

—______—dije agitado cuando ella comenzó a mordisquear mi mandíbula y llegaba hasta mi oreja.

— ¿Qué? —susurró y un escalofrío recorrió mi espalda.

—Estamos en un auto —le dije sobrexcitado. Ella se alejó un poco de mí y sin decir nada me quitó la camisa. Comenzó a besar mi cuello y comenzó a bajar su lengua por mi pecho.

— ¿Y desde cuando te importa el lugar? — preguntó y volvió su boca a mis labios.

—No, no es que me importe, pero… al diablo —dije y la tomé de la nuca para acercarla más.

Con una mínima capacidad de movimiento, logré girar sobre ella y apresarla debajo de mí. La miré fijo a los ojos, respiraba agitada y el color de sus labios era de un rojo intenso por la presión de nuestras bocas.

—No te detengas, sigue —me habló.

Volví a capturar sus labios, y soltó un leve gemido que logro enloquecerme rápidamente. Bajé mis labios de los suyos, a su cuello. Comencé a desabrochar los botones de su camisa, mientras depositaba pequeños besos en lo que había visible de su piel. Una de sus manos bajo caliente por mi espalda, quemándome por dentro. Si, iba ser mía, ahora ella iba a ser solo mía…

—¡Mario, Mario! —abrí mis ojos algo sobresaltado. Miré a mí alrededor y estaba acostado en la parte de atrás del auto. Miré al frente y la vi parada con la puerta abierta – Llegamos a tu casa, sal del auto.

Solo había sido un sueño. Un maldito sueño.

— ¿Por qué me despertaste? —le pregunté mientras lograba sentarme —Estaba por hacerte mía en mis sueños…

Entrecerró los ojos y me miró mal.

—Eres un sucio —me acusó.

Me ayudó a salir del auto, y me ayudó a caminar hasta mi departamento. El sabor de sus labios había sido tan real, que puedo jurar que eso no había sido un sueño. Llegamos y ella abrió la puerta. Al parecer no había nadie.

— ¿Dónde está Danna? —le pregunté.

—Debe estar por ahí, no lo sé —me dijo ella con dificultad ya que casi podía decirse que me estaba arrastrando hacia dentro — ¿Podrías ayudarme un poco? Si no te has dado cuenta pesas el doble de lo que peso yo, y no puedo cargarte…

Peligrosa Obsesión 'Mario Bautista y Tú'Where stories live. Discover now