One Shots - Scaloneta

65 - Nicolas Otamendi.

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Hace una semana que no salías de tu casa a pedido de Otamendi. Y si lo hacía tenía que ser junto a él si o si.

Estabas cansada de estar encerrada tanto tiempo. Querías hacer algo.

Y ahora que Otamendi estaba entrenando te sentías sola en esa enorme casa.

El timbre sonó y te levantaste confundida.

Te acercaste a la pequeña pantalla que tenían en la entrada para ver quien estaba afuera, y lo viste.

El tipo que te acosaba había descubierto donde vivías.

Te paralizaste por el miedo ¿cómo carajos consiguió tu dirección?

Agradecías que no abriste la puerta de golpe pero estabas preocupada. Vivían en un barrio privado ¿cómo logró pasar la seguridad?

Viste como miraba a su alrededor y desaparecía de la vista de la cámara.

Sentiste pavor y corriste a las puertas del patio para trabarlas. Sabías que iba a intentar todo con tal de entrar a la casa.
Cerraste las cortinas rápidamente y corriste a tu celular.

Las manos te temblaban y casi que no podías manejar el móvil.

Marcaste el número de Nicolas y esperaste con ansiedad a que contestara tu llamada.

— ¿amor? Estoy por entrar a las duchas después te llamo...

— ¡el vino! Nico él está en nuestra casa... no se como entro al barrio pero él está acá... no se que hacer —las lagrimas se avecinaron.

— okey tranquila amor, escúchame, si no lo ves afuera, salí y corre hasta la garita de seguridad, ya estoy saliendo para allá amor —Nicolas también estaba cagado en las patas.

Escuchaste como el ventanal de tu habitación se rompía y sospechabas que era él intentando entrar a tu casa.

Menos mal que no habías subido a las habitaciones y aprovechando la oportunidad, fuiste a la puerta de entrada donde saliste y corriste sin parar ni mirar atrás.

•••

Nicolas iba de copiloto mientras Rodrigo manejaba.

— quédate tranquilo seguro está bien —Rodrigo intentaba tranquilizarlo.

— ¡él entró al barrio Rodrigo! pago una fortuna para tener tranquilidad y seguridad en mi casa y ahora resulta que dejaron pasar a un psicopata! —exclamó furioso.

— ¡vos tranquilo, yo nervioso! —gritó Rodrigo al volante.

•••

Al llegar a la entrada del barrio vieron un par de patrulleros y Nicolas se imagino lo peor.

Casi que ni le dio tiempo a Rodrigo de estacionar que bajo como un toro enceguecido.

Cerraba y abría sus manos intentando calmarse y no explotar en cualquier momento.

Te vio junto a una vecina y corrió con desesperación hacia vos.

Al verlo llegar te levantaste y corriste a sus brazos, donde te envolvió con ellos como siempre.

— estas bien... estás bien, dios me estaba imaginando lo peor —susurró con los ojos llorosos.

— tenía mucho miedo Nico... él entró a la casa... él estuvo en nuestra habitación —sollozaste en su pecho.

— tranquila amor, estoy acá, no volveré a dejarte sola. Perdóname, perdóname bebé —sollozo junto a vos.

Rodrigo se acercó a los policías para saber que había pasado.