En nuestros ratos libres y para sumergirme más en la comunidad, le pedí a Sophie que me llevara a la panadería de Grove Town, donde ella había ido cuando llegué.

Durante varios días, nos encontramos con que la panadería estaba atendida únicamente por un enano llamado Rurik, quien no dudaba en proclamarse como el dueño del establecimiento.

"Escucha, grandullón, compra rápido y deja sitio para los verdaderos clientes", solía decir, aunque sus palabras no me ofendían.

Sin embargo, me resultaba extraño no ver a la chica que me había atendido anteriormente. Sophie no sabía a quién me refería, ya que todo el pan que consumíamos en casa lo preparaba Frederick.

Finalmente, un día volví de visita con la esperanza de degustar aunque fuera una deliciosa Arbolina, y allí estaba ella: La misma chica que me había atendido en mi primera visita.

Sophie me miró con cierto recelo al notar mi emoción al ver a esa chica de nuevo. Supongo que por ser la primera persona que conocí en el pueblo y además haberme hecho probar uno de los dulces más deliciosos que jamás había probado, he desarrollado cierto afecto hacia ella como un recuerdo agradable.

Logré expresar esto a Sophie y ella lo entendió, así que nos acercamos para saludar a la chica.

Nos presentó como Laila y nos explicó que trabajaba dentro de la panadería, salvo cuando Rurik tenía que ir de compras al pueblo vecino, lo cual sucedía ocasionalmente.

Acompañados por Sophie, nos adentramos en la panadería para que Laila nos mostrara cómo se preparaba no solo la Arbolina, sino también decenas de pasteles que nunca antes había visto ni probado, cada uno más delicioso que el anterior. Entre ellos estaban los Daxilins, los Bollos de Gravilon, los Bombones de Xyranthia, y otros más. Delicias que jamas habia probado y para mi sorpresa tampoco Sophie, ya que las recetas que preparan en la casa son por lo general recetas de la zona de Dacoria.

Sin duda, mis favoritas fueron las galletas de Zylotar: galletas convencionales con un relleno de fresa, pero con un toque especial dado por un azúcar negro de flores de Veldutende.

Laila puso una gran sonrisa al ver cuanto disfrutaba de sus galletas, ya que era ella quien las hacia.

Los dias continuaron pasando, todo iba bien y nuestro trabajo de tallado poco a poco iba mostrando sus frutos, jamás me habia sentido tan ameno. Creo que por fin logre entender el porque me desagradaba tanto mi hogar, nunca tuve... "esto".

Luego, exactamente un mes y dos días después de mi llegada, mientras trabajábamos en las pezuñas de las patas delanteras de la figura, el crujir de la puerta acompañado de un barullo alertó a la casa entera.

"WALLACE TREMBLAY, ¿DÓNDE TE HABÍAS METIDO?"

Tremblay finalmente había regresado.

Sophie nerviosa ordenó rápidamente el escritorio juntando los restos de madera que dejamos luego de tallar, ligar y refinar la figura, yo por otro lado me centre en guardar nuevamente la figura tras el escritorio, completamente envuelta. Cuando todo ya estuvo en su lugar y ordenado, salimos de la habitación en dirección al vestíbulo.

"...sabes que cuando trabajo no hay forma de que sepa cuándo voy a volver, cariño."

Se logra escuchar un eco a medida que vamos bajando las escaleras.

"Todo esto me parece muy extraño, Wallace. Si tienes algo que decirme, deberías hacerlo ahora."

Ambos se giraron para mirarnos, tanto a Sophie como a mí.

Al mirarme Tremblay simplemente cerro los ojos con fuerza y desvió la dirección de su cabeza.

¿Por qué hace eso? Fui yo el que se sintió completamente intimidado y en peligro cuando él irrumpió en mi casa. Es más, solo recordar los sucesos de ese día me hace sentir inseguro.

Leslie Duk: El árbol de ManaWhere stories live. Discover now