CAPÍTULO VI

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He tenido que dejar de lado el hospital y la dirección de la escuela, ahora solo soy la jefa de la policía.

Ahora ya tengo cuarenta años, aún estamos buscando el causante del atentado, solo tenemos tres sospechosos: un narcotraficante, una madre de familia y por último Adolfo Ramis, sí, él otra vez había escapado de la cárcel. Me puse a investigar cada uno de los sospechosos y descubrí que la madre de familia era mi lío, estaba casada con un hombre que le agredía y tenía dos hijas, tanto el marido como las hijas fallecieron en el atentado.

Fui a interrogarla a su casa, ella pensaba que la iba a consolar, pero al enterarse de que tenía que interrogarla me cerró la puerta en toda la cara si pensar que podría detenerla por resistencia a la autoridad. No lo quería hacer, así que me fui de allí, pero al meterme en el coche vi como ella también se metía en el coche. Decidí seguirla y paró su coche en mi comisaria, así que decidí bajar del coche como si nada.

Al rato de llegar a mi despacho vino mi asistenta para avisar que se había localizado el culpable del atentado, el narcotraficante. Dos patrullas habían ido a capturarlo gracias a una mujer que le había delatado, mi ligue, la cual habían detenido por cómplice, fui a hablar con ella. Solo quería matar a su marido para que pudiera vivir sin sufrir una agresión psicológica y física cada día.

Cuando el narcotraficante llegó a la comisaria, fui a interrogarlo de inmediato, se declaró culpable, de esta manera no era necesario ir a un juicio para saber si lo era o no, fue condenado a diez años de cárcel y mi ligue, la cual se llamaba Esperanza, a cinco por ser cómplice.

Maria Mena y la vidaWhere stories live. Discover now