capítulo 6

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FUE BASTANTE PASADO el mediodía cuando despertó. Su ayuda de cámara se había deslizado de puntillas varias veces en la habitación para ver si se movía, y se había preguntado por qué su joven patrón dormía hasta tan tarde. Al fin, sonó su timbre, y Marc entro suavemente con una taza de té y un montón de cartas sobre una pequeña bandeja de porcelana de Sèvres antigua, y descorrió las cortinas de satén color oliváceo con forro azul brillante que colgaban delante de las tres altas ventanas.

—Monsieur ha dormido bien esta mañana —⁠dijo sonriente.

—¿Qué hora es, Marc? —preguntó Hyunjin soñoliento.

—La una y cuarto, monsieur.

¡Qué tarde era! Se levantó y, en cuanto hubo dado unos sorbos a un té, dio la vuelta a las cartas. Una de ellas era de lord Changbin, y había sido entregada en mano por la mañana. Vaciló por un instante, y luego la dejó a un lado. Las otras las abrió con desgana. Contenían la habitual colección de tarjetas de visita, invitaciones a cenar, entradas para espectáculos privados, programaciones de conciertos de caridad y cosas por el estilo que llueven a los jóvenes de moda cada mañana durante la temporada. Había una factura bastante elevada por un juego de tocador de plata Luis XV que aún no había tenido el coraje de enviar a sus tutores, que eran personas extremadamente anticuadas y no comprendían que vivíamos en una época en que sólo las cosas innecesarias nos eran absolutamente imprescindibles. Y había varias comunicaciones muy corteses de prestamistas de la calle Jermyn que le ofrecían adelantarle cualquier suma de inmediato y al más razonable interés.

Tras unos diez minutos se levantó y, poniéndose una sofisticada bata, entró en el cuarto de baño con suelos de ónice. El agua fría lo refrescó tras el largo sueño. Parecía haber olvidado todo lo vivido. Una vaga sensación de haber sido parte de una extraña tragedia lo asaltó un par de veces, pero ésta tenía la irrealidad del sueño.

Tan pronto como se hubo vestido, fue a la biblioteca y se sentó a tomar un ligero desayuno francés que le habían servido en una mesita redonda cerca de una ventana abierta. Hacía un día exquisito. El aire tibio parecía cargado de especias. Una abeja revoloteaba con su zumbido alrededor del cuenco en forma de dragón azul lleno de rosas color amarillo azufre que tenía delante. Se sentía absolutamente feliz.

De repente, sus ojos repararon en el biombo que había colocado ante el retrato y se sobresaltó.

—¿Hace demasiado frío para usted, monsieur? —⁠preguntó su ayuda de cámara al tiempo que dejaba una tortilla sobre la mesa⁠—. ¿Cierro la ventana?

Hyunjin movió la cabeza.

—No tengo frío —murmuró.

¿Era todo verdad? ¿Había cambiado el retrato verdaderamente? ¿O había sido tan sólo su imaginación lo que lo había hecho ver aquella mirada de maldad donde antes había existido una mirada de alegría? ¿Seguro que un lienzo pintado no podía sufrir alteraciones? Era absurdo. Sería una historia que contarle a Christopher algún día. Lo haría sonreír.

Y, sin embargo, ¡qué vívido era su recuerdo de todo! Primero durante el tenue crepúsculo, y luego con el alba resplandeciente, había visto aquel toque de crueldad en sus labios torcidos. Casi le daba miedo que su ayuda de cámara saliera de la habitación. Sabía que cuando se quedara solo tendría que examinar el retrato. Le asustaba la certeza. Cuando le llevaron el café y los cigarrillos y el hombre se dio la vuelta para marcharse, sintió un loco deseo de decirle que se quedara. Cuando la puerta se cerró tras él, lo llamó. El hombre se detuvo a la espera de sus órdenes. Hyunjin lo miró por un momento.

—No estoy para nadie, Marc —⁠dijo suspirando.

El hombre hizo una reverencia y se retiró.

Él se levantó de la mesa, encendió un cigarrillo y se dejó caer sobre un diván con lujosos cojines que había frente al biombo. Era un biombo antiguo de cuero dorado español estampado y labrado en un estilo Luis XIV bastante florido. Lo examinó con curiosidad, preguntándose si alguna vez antes habría ocultado el secreto de la vida de un hombre.

𝑩𝒍𝒐𝒐𝒅 & 𝑩𝒆𝒂𝒖𝒕𝒚 / ChanjinWhere stories live. Discover now