Capitulo 28: Emociones

Start from the beginning
                                    

Me río un poco, con el calor subiendo a su mejillaz y nos quedamos así por un rato, en un abrazo confortable, con el calor del otro, y en un agradable silencio que no necesita de palabras, porque todas las que teníamos que decir hasta este preciso momento, estan dichas.

Me aparto un poco, cuando ya me doy cuenta de que tengo que irme, para poder estar para la cena.

—Me tengo que ir —le aviso con una mueca.

—De acuerdo —tiene una expresión de entendimiento pintada, le he hablado sobre el divorcio y todo este tema de la cena, así que ya está un poco al tanto.

Me terminó de apartar y lo miro desde un palmo de distancia y me sigue sonriendo como solo él me sabe sonreír.

—Suerte, recuerda que tú puedes con todo. Eres ruda, sabes cómo callar bocas, aunque eso no tanga nada que ver —se ríe un poco, oh, sí, por supuesto, le dijeron como le cerré el pico, a aquella chica en el instituto—. Y estarás bien y que siempre me tiene aquí o a una llamada de distancia, por si me necesitas o si solo quieres hablar de como fue todo...

Me acerco de nuevo y me alzó sobre la punta de mis pies y le dejo un rápido y casto beso sobre sus labios, callando sus palabras.

—Gracias, esta bien, siempre aquí —asiento sonríendo de nuevo ampliamente.

Él se ha puesto un poco rojo y yo también, aún es raro esto de los besos, pero se sienten bien, que no los forzamos, simplemente pasan, sin necesidad de meditarlo, de planearlo, solo pasan.

—¿Estás segura de que no quieres que te acompañe? —me mira dudoso.

—No, me conozco dm camino —bromeo un poco.

—Bien, pero me avisas en cuanto llegues.

—Por supuesto —alzo el pulgar—. Le dices a tu mamá que pronto vendré de nuevo.

—Vale.

—Adios.

Cuando salgo de casa de Ian, despidiéndonos otra vez desde afuera, porque él ha estado viendo todavía por al ventana.

Cuando por fin llegó a mi casa, me encuentro a mamá en la cocina, dónde me sorprende que este haciendo la comida, ella cuando me ve me saluda con una sonrisa y yo señalo que voy a mí habitación.

Papá aún no se ve rondado, supongo que llegara en un rato, subo las escaleras y me meto en mi habitación y me dispongo a agarrar una camiseta, un par de pantalones y un par de medias blanca. Me meto a la ducha, bañándome un poco más rápido de lo normal y me pongo la ropa que la tenía preparada sobre la cama y amarro mi cabello negro en una coleta alta, me miró al espejo, suspiro y vuelvo a salir de mi habitación.

Me quedo viendo la puerta de la habitación frente a la mía, y ya no falta nada, solo días, para que sea un año y yo ya no lo soporto, y por eso mismo en vez de ignorar esa puerta e ir al salón, yo solo avanzo hasta poner mi mano en el pomo frío de la puerta y girarlo para por fin abrirla, y, aunque con dudas, doy un paso dentro y cierro detras de mí.

Enciendo la luz y al observarlo todo un huracán de emociones de apodera de mí: tristeza, alegría, miedo, optimismo, nostalgia, amor, desesperación. Son tantos que no se si reír o comenzar a llorar, porque todo está igual, tal y como la última de alguien estuvo aquí, la cama aún sigue con las sábanas arrugadas, hay algunas cosa tiradas en el piso, más algunas horas de papel, y veo las cosas llenas de polvo y las cortinas estan corridas por la ventana, tal y como estaban esa noche.

Todo esta igual, absolutamente igual y eso se debe a que nadie se ha atrevido a atravesar esa puerta y enfrentarse al vacío de esta habitación, pero yo lo estoy haciendo, me estoy enfrentado a todo esto.

Aviones de papel Where stories live. Discover now