Nuevo rey.

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Hua Cheng retira sus manos y se pone en pie, dándole la espalda cuanto antes.

¡¿Le permitirá ser libre?! Inaudito.

Con un movimiento de sus dedos las plateadas mariposas infernales aparecen, saturando la caverna con su presencia. Xie Lian está tan asustado que se pone en pie.

—No temas, ellas te transportarán a tu mundo, aunque debes tomar en cuenta de que serás un fantasma, pues tu cuerpo ya debió haberse deteriorado.

Las mariposas forman un rectángulo vertical, la figura de una puerta. El ojo de Xie Lian refleja su destello de plata, el destello que una vez significó peligro y muerte, ahora significa libertad.

—Gracias, Xueyu Tanhua— le reverencia, aunque ahora que su deseo está concedido se siente un poco infeliz—. Prometí quedarme a cambio de que usted no lastimara a más personas, pero...ya no soy quién para dominar su voluntad. Disculpe, no soy tan grandioso como usted creía...

—Didi— Hua Cheng se gira en el último momento, pero Xie Lian ya está parado dentro de la puerta de mariposas.

—Didi— Hua Cheng se gira en el último momento, pero Xie Lian ya está parado dentro de la puerta de mariposas

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Muy a su pesar, todavía grita:

—¡Me he enamorado de ti, Didi!

La voz de Hua Cheng resuena en los oídos de Xie Lian cuando éste pone los pies en su vieja torre. Es un fantasma, pero su corazón duele. Es la primera vez que alguien se le confiesa y le hace sentir algo en el pecho, algo además del dolor y sensación de pérdida, de no haber valorado lo que se tiene en manos.

—Si eso era lo que sentías, ¿por qué no me lo dijiste antes? ...Yo te hubiera dado una oportunidad.

Mira a su alrededor y ve su propio cuerpo tirado en el piso, seco y todavía apestoso, cucarachas saliendo de su boca y moscas alimentándose de su cuerpo o poniendo huevecillos. Es asqueroso, perturbador, incluso impactante, verse a sí mismo en descomposición. Se cubre la boca y sube las escaleras.

Las paredes de ladrillo han colapsado y con ellas los últimos vestigios de la dinastía de XianLe. Va a revisar su estudio, los estantes están volcados, de los pergaminos no queda ninguno, el viento se los ha llevado. Los frascos se han roto y sus yerbas se han desperdigado. Cada vistazo lo pone más triste que antes.

—Es inevitable...Así es estar muerto...

Registra sus gavetas importantes, las cuales ya están abiertas y no tienen nada en su interior.

—¿Quién querría saquear basura?

Ya no puede seguir mirando, se va para nunca volver; sin embargo, todavía echa un último vistazo desde lejos a la que fue la casa de sus padres y los antepasados de sus padres. No sabe si sentir nostalgia o vergüenza, la torre carece de techo. Amarga el gesto y sigue su camino.

Ojo escarlata. | TGCF | - 25Where stories live. Discover now