Nuestro pasado y lo que hicimos en este casi siempre nos define, por eso obviamos ciertos puntos para mantener aquella venda puesta en los ojos de los que queremos proteger.
-Tus mentiras lo están a arruinando todo- dijo ella entre sollozos-. ¿Podrí...
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Normalmente estaría viendo mi serie favorita en este momento pero, no podía despegar la mirada de la puerta blanca del baño, esperando a que fuese abierta. Los únicos movimientos que realizaba eran los de llevar la taza hacia mis labios, eso hasta que se abrió.
Al parecer traía ropa en su mochila, ya que salió con un pantalón ancho de color gris claro y una camisa negra sin mangas, aún secando su cabello ligeramente húmedo.
Desde que entró pude ver que era más alto que yo, si acaso medía un metro ochenta, solo por ponerle un número.
Se podía notar que estaba en forma incluso a través de la ropa que llevaba puesta, y me atrevería a decir que su rostro era muy atractivo, sus cejas frondosas, sus labios finos un tanto rojizos, su piel con mínimas imperfecciones, todo era digno de admirar.
Entrecerré los ojos un poco, enfocando a una zona específica de su rostro.
«Sus ojos.... ¿Por qué son verdes? Estoy segura de que cuando entró eran azules.»
—Se te caerán los ojos si me sigues mirando así— dijo en un tono burlón, algo por lo que reaccioné y traté de disimular los nervios que empecé a sentir.
—¿Qué le pasó a tus ojos? —hablé, luego de carraspear levemente mi garganta.
—Oh…te diste cuenta, ¿cierto? —rascó su nuca, como si estuviera avergonzado.
—No preguntes cosas obvias, ¿quieres? —coloqué mis piernas en forma de mariposa, juntando las manos en el interior—. No me gusta repetirme.
Ante la mirada de indiferencia casi forzada que mostré; ya que me moría de curiosidad. Él soltó un suspiro.
—Vale— dejó la toalla en el baño para luego acercarse un poco a mi—. Cambian de color dependiendo de mis emociones— confesó.
De mis labios hubiese salido una gran carcajada, pero la contuve con todas mis fuerzas.
—¿Acaso tienes poderes también? —no hubo más que sarcasmo en mi voz, y él lo notó—. Si me dices que es por los cambios de tiempo, entonces tendría algo de lógica, Nick.
Él solo suspiró, negando levemente con la cabeza.
Por eso, gateé un poco hasta su posición, viendo efusivamente sus ojos, tratando de comprobar la teoría que comencé a desarrollar en mi pequeña cabecita. Ahí pude darme cuenta de como sus pupilas se movían en todas direcciones, buscando un punto fijo para mirar en mi rostro.
—¿O acaso estabas usando lentes? —pregunté, dejando de lado lo que noté, y volviendo al tema.
—Te-te estoy diciendo la verdad— afirmó, evitando encontrarse con mis ojos.
