01: 🍀Blue eyes in the rain🍀

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Cada día es un martirio, mi vida y su monotonía son tediosas para mí

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Cada día es un martirio, mi vida y su monotonía son tediosas para mí. Y si no tuviera la necesidad de trabajar para poder mantenerme, pasaría los días en la florería de mi vecina, ayudándola con los encargos de esas maravillas llamadas flores.

Una flor no solo representa belleza, sino naturalidad, cada flor tiene su encanto y sus secretos. Ellas dan una imagen inocente para que te les acerques y te atrevas a tomarla, pero si te dejas envolver por la belleza de estas, puedes llevarte una gran sorpresa al descubrir su verdadero propósito, como las personas.

Pero aún así me encantan, ellas, los días lluviosos, la música instrumental del piano y la guitarra, la pintura y el arte en general, son mis pasiones. Aunque debo mantenerlas reprimidas solo para mí, ya que el trabajo que pude conseguir en una empresa de publicidad, no me deja tiempo para nada, y saca el lado más seco y serio de mi.

—¡Zeynep! —aquel grito hizo que me sobresaltara levemente.

Llevé en menos de un segundo la mirada hacia aquel hombre de cabello castaño con traje gris, quién mantenía esa expresión de molestia que siempre me mostraba.

—¿Siquiera me estás escuchando? —me cuestionó, sin cambiar su expresión.

—Claro que si señor— me apresuré a responder, tratando de disimular lo perdida que estaba.

—Pues no lo parece— aunque creo que él lo percibió. Luego de unos segundos dejó salir un suspiro y prosiguió—. Solo lleva los documentos que te mandé a buscar a la reunión, ¿de acuerdo?

—Si señor— asentí, él enarcó una ceja y se fue negando con la cabeza.

Este hombre es mi jefe, Marco Gelbero, y se podría decir que siente un gran desprecio hacia mi por razones que ciertamente desconozco. Por encima de mi escritorio se asoma la mirada chismosa de mi compañera de trabajo.

—Zeynep, Tss, Zeynep— susurró.

—Solo acércate Tremblay— lo hizo prácticamente en un gateo.

Sus mechones rizados color cobrizo, eran los que caracterizaban a Arlet Tremblay, que esta vez tenía recogido un extremo del mismo con un pequeño gancho. Ella era unos milímetros más pequeña que yo y totalmente lo contrario.

Siempre estaba de buen humor y sonriendo, emanando felicidad a cada persona que se le cruzase, cosa que a veces me irritaba ya que eso la hacía ver como alguien manipulable y blanda.

Por eso, como somos mejores amigas yo debo encargarme de proteger sus frágiles sentimientos. Además de que era la única con la que podía hablar libremente, ya que nadie me hablaba para otra cosa que no fuera trabajo. Ella es muy importante para mí aunque me cueste admitirlo.

—Tengo algo que decirte— empezó al estar lo suficientemente cerca. Y esa sonrisa pícara que mostró, me daba la certeza de que no sería bueno para mí.

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