Comenzando por el final...

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Mew aspiró de su inhalador un par de veces. El corazón parecía querer saltarse de su joven y acongojado pecho desde que aquel soldado israelí había subido al viejo autobús. Y el miedo se hizo más fuerte cuando vio a través del cristal el enorme cartel que decía Rafah , que anunciaba el paso fronterizo a Egipto. A la libertad, a la Vida...

Mew lo sospechaba...Aunque aquel paso era el único no controlado por el ejército de ocupación, habría un retén israelí unos metros antes...

Mew trató de serenarse. Sabía que el nerviosismo los delataría. Tío le había enseñado a respirar profundo. Pero Mew, sentado en aquel último asiento, aferrándose con fuerza a la mano sudada de Gulf que no paraba de morderse el labio y lo miraba con un evidente terror en sus ojos de niño, hacía que sintiera que con cada bocado de aire que exhalaba, estaba exhalando también una pizca de vida.

Mew apretó un poco más la mano de Gulf, se acomodó su kipá en la cabeza y miró a gulf a los ojos un instante.

No fue su intención pero lo miró fijamente tratando de que Gulf fuera capaz de leerle los pensamientos.

Gratitud y amor ... era lo que Mew trataba de transmitirle aún cuando todo su cuerpo temblaba de miedo.

Cuando Mew sintió los pasos del soldado más cerca, un sudor frío le bajó por la espalda. Si aquel joven armado que ahora les ordenaba, en un frío hebreo, que mostraran sus papeles, llegaba a darse cuenta de que lo que estaba recibiendo era una burda y simple falsificación, todo terminaba allí. Mew no vería a su Gulf nunca más. Quizás su propio padre lo libraría de la cárcel y lo mandara de vuelta a los Estados Unidos, aunque sólo fuera para salvar y proteger el honor de la familia, una de las más prominentes familias judías, pero Gulf, ese joven palestino que temblaba a su lado, acabaría en una prisión israelí, pudriéndose hasta ser viejo, o fusilado sin mediar palabra, como blanco de entrenamiento por las balas de un grupo de reservistas que se preparaban para una nueva incursión terrestre israelí en la franja de gaza, en la sufrida Palestina.

Mew respiró profundo y le acomodó la kipá a Gulf y como último acto de coraje en su vida, levantó la vista y la clavó en los ojos del soldado. Este también levantó la mirada de los papeles que había estado escudriñando. Y en cuanto Mew percibió aquella mirada tensa y vio por el rabillo del ojo que una mano del joven soldado se posaba con lentitud en su fusil de asalto, Mew sintió con horror que todo había terminado y que debía despedirse de Gulf ... para siempre...

MAKTUB - Estaba Escrito...Où les histoires vivent. Découvrez maintenant