— ¡Vaya! Esta noche si a tomado un giro interesante, ¿no? — Alexandré se acercó a nosotros con los brazos abiertos y una sonrisa enorme, se veía prepotente y orgulloso de lo que a logrado. — ¿Qué, porqué traen esas caras largas? — qué cínico.

— Estamos así por tu culpa, ¿quien nos va a traer el desayuno mañana?

— No debes preocuparte por eso Irene, aún habrá servidumbre para cubrir nuestras necesidades básicas, pensé en todo. — dijo orgulloso de si mismo, qué tan cínico puede ser. Alexandré se cruzó de brazos y no se dignó a mirarme a los ojos. Estaba nerviosa, temblaba y tenía unas ganas horribles de pegarle un puñetazo y borrarle esa cínica sonrisa de su rostro.
Estaba muerta de miedo, esto es una pesadilla, aún tengo la esperanza de que digan que es solo una broma pero todos se veían bastante serios al respecto. Sin temor a nada, de inmediato me puse al lado de mi esposo, lo odiaba en estos momentos pero me sentía más segura con él a mi lado.

Alexandré me tomó de la mano y nuestros dedos se han entrelazado; él lo sabía, tiene en cuenta lo mal que la estoy pasando por su culpa y aun así cumple su rol de pareja como alguien que te golpea y luego te da besos en los moretones.

Los servidores de la comunidad se ocuparon de traer las armas de cacería, y luego trajeron consigo las máscaras, malos recuerdos del pasado volvieron a mi mente de solo volver a ver la máscara del cervatillo y el conejo otra vez. Esta mierda es real, está pasando realmente.

— ¿Podemos hablar... en privado? — le susurré a mi esposo en el oído. Esto me sobrepasa, sobrepasa todos mis límites, además, no estaba de acuerdo con este juego macabro.

— Que sea rápido, esto está por empezar. — Respondió cortante. Nos dirigimos a la biblioteca, e inmediatamente al entrar, cerré la puerta con seguro.

— ¿Porqué? ¿Porqué diablos haces esto Alexandré? No logro entender el propósito de esto. — Fui directo al grano, estaba enojada y asustada pero me negaba a levantarle la voz a Alexandré, aunque moría de ganas de gritar y desatar mi furia contra él me voy contener, Alexandré es un hombre fuerte y bastante alto, podría hacerme daño con facilidad si quisiera, no pienso que él considere hacerme daño, pero en estas circunstancias tampoco lo tacharía de la lista.

Tengo que ser aún más lista y tratar de ser persuasiva con él.

— No hay una razón Salomé, es solo un juego. — Él se acercó a mí y me tomo por los brazos, pero lo aparté enseguida.— Lo entiendo, estas asustada, pero...

— Me has decepcionado — le interrumpí— Creí que eras distinto a ellos, creí en ti, en que solo eras un hombre de buen corazón con una familia de mierda pero, tú eres igual Alexandré, no, no, me retracto, tú... eres peor que ellos. Ya que tienes prisa, lo diré de una vez, no voy a matar a nadie, ni tú ni nadie puede obligarme a hacer algo que no quiero. Lo permití una vez, permití que sobrepases mis límites y no sabes cuánto me arrepiento, ya no más,  no volverás a pasar por encima de mi, ¡¿entiendes?!.

— No voy a obligarte a nada Salomé pero si estas conmigo debes aceptarme tal y como soy; también voy a ser directo, me aceptas tal y como soy, con mis términos y condiciones, o... terminamos esto. Antes te protegía de este mundo, de esta parte de mí, pero, me di cuenta que no puedo retenerte a mi lado a base de mentiras y engaños, no tiene sentido estar con alguien que no me comprende.

— ¿ Quieres que te acepte como eres? ¿Que te comprenda? ¡qué carajos! ¿Acaso tienes una idea de quién eres? Porque tienes tantas personalidades diferentes que dudo que sepas quién realmente eres, estás mal y necesitas ayuda psicológica o a un maldito exorcista. Estás mal, y no, ¡No es justo que me pongas en esta situación una vez más!
Si quieres divorciarte de mi, se hombre y dilo pero no uses contra mí esas tácticas de manipulación básica, a ti no te queda.

The million dollar manМесто, где живут истории. Откройте их для себя