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H E A T H E R

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H E A T H E R

El oscuro lienzo del cielo zafiro se vio impregnado de vida cuando un relámpago estalló con furia, enviando sus ramificaciones hacia todas direcciones. Las vidrieras coloridas de la majestuosa catedral se iluminaron con el reflejo del energético destello, añadiendo aún más luz a la escena. Mientras tanto, el sonido ensordecedor de un trueno retumbante hizo su entrada triunfal, anunciando la llegada de la tormenta con una fuerza imponente.

Las melodiosas voces de los miembros de la comunidad dominaban cada esquina de la catedral con su resonante eco. Frente al altar, cada individuo entonaba diversas escalas musicales en perfecta armonía, hilando así el mágico canto gregoriano, una melodía celestial que te transportaba a otro plano.

Podía sentir cómo su penetrante mirada se clavaba en lo más profundo de mi ser. Desde su asiento en la banca contigua, Ashton me observaba detenidamente mientras su padre, con lágrimas en los ojos y una sonrisa, se maravillaba con el divino canto que, de pronto, se vio interrumpido por la majestuosa apertura de las imponentes puertas.

Presenciamos el estallido de una botella de vidrio y volvimos nuestros ojos hacia el origen del sonido. En la entrada, debajo de la tormenta que cubría sus ropas y cabello, el rostro enojado de Eleanor se convirtió en el punto focal de nuestra atención.

—¡Vámonos! —suplicó Freya, agarrando desesperadamente las prendas empapadas de su madre.

Pero la señora Young parecía indetenible, su ira era evidente en cada paso que avanzaba.

—¿Dónde está? ¡¿Dónde están ellos?! —exclamó, con su mirada sangrienta buscando frenéticamente de un lado a otro.

Continuó avanzando hasta que sus pasos se detuvieron al encontrarse con la mirada de Darek Werner. La sonrisa malévola de Eleanor dejó claro que había encontrado su objetivo.

—Usted... ¿Quién es realmente? —  Las palabras se alzaban en el aire cargadas de resentimiento. Eleanor, con su mirada llena de recelo, se enfrentaba al enigmático Sr. Werner. El desconcierto y la curiosidad envolvían la escena, mientras los presentes aguardaban ansiosos por descubrir la verdad detrás de aquella presencia intrigante.

El sacerdote, con un semblante imperturbable, no podía ocultar su desaprobación ante las acciones de la señora Young.  Respetuosamente pero con firmeza, instó a Eleanor a abandonar el agrado lugar, advirtiéndole su falta de consideración tanto hacia los congregantes como hacia sí misma.

Sin embargo, Eleanor no estaba dispuesta a guardar silencio. Con determinación, dirigió su mirada a cada individuo presente, buscando complicidad en nuestros ojos.

—¡¿Cómo pueden vivir en la ignorancia después del tormento que se ha desencadenado desde la llegada de esta sospechosa familia?! — preguntó histérica, alzando sus manos mientras  que con determinación dirigía su mirada a cada uno de los presentes, buscando respuestas en nuestros ojos — Las sombras de la desgracia se cernieron sobre el pueblo desde aquel fatídico día en que el Sr. Werner, como un hábil titiritero, se llevó consigo a mi esposo fuera de la catedral.

HALE: Una familia, un secreto, un sótano sangriento. Where stories live. Discover now