EL PEQUEÑO ETHENFIELD

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Eran las 6 de la mañana cuando Krisent y su hermana mayor Arleth, habían llegado a Ethenfield, un pequeño pueblo que era conocido por sus cuentos de terror respecto al bosque de la muerte, el bosque que hacía famoso al pequeño pueblo.

Había sido un largo viaje de seis horas dónde apenas y habían hecho una que otra parada. Arleth deseaba llegar al fin al que sería su nueva casa, mientras Krisent solo ansiaba ver aquel nombrado bosque. Su hermana mayor había viajado una semana antes a Ethenfield, por el simple hecho de la mudanza y conocer cual sería su cargo en el pueblo. Así que en los días que estuvo en el pueblo, escucho miles de cuentos de terror sobre hombres lobos y monstruos salvajes que habitaban en el bosque de la muerte. Krisent sabía que no existían los monstruos, pero no quitaba el crédito de que aquellas historias realmente lograban erizar la piel de cualquiera, aún si este no era un amante del terror, dejaría un ligero cosquilleo en todo su cuerpo.

Mientras Arleth conducía, Krisent observaba el paisaje a través de la ventana del auto. Pudo notar que cada negocio era único, nunca se repetía, pero también hacía faltan algunos. Suponía era normal, sabía que se trataba de un pequeño pueblo así que dedujo que por obvias razones no podía asemejarse a una ciudad como la que solía habitar. Pero eso estaba bien para ella. El ruido de la ciudad era ensordecedor, frustrante y le era imposible apreciar cuando las hojas eran acariciadas por el viento. Tantos autos con aquellos claxon que lastiman los oídos no era algo que ella fuera a extrañar, así que cuando su hermana le dijo que había consigo una oportunidad de trabajo en un pequeño pueblo, no se negó. Y cuando escucho sobre aquel bosque, su emoción le ganó.

—¡Mira! — Su hermana mayor le indicó — Esa es la preparatoria donde cursaras tu último año.

Krisent solo respondió con un pequeño "ujum". Eso era lo único que no le causaba emoción. No era buena socializando, tampoco era algo que necesitará para respirar. Si alguien le hablaba estaba bien, y si no le hablaba , también estaba bien, no era quisquillosa. No tenía amigos en la ciudad, así que ese fue otro motivo por el cual no se opuso a mudarse. A fin de cuentas, solo necesitaba sus audífonos, sus cuentos de terror, su celular y ese bosque que seguro se encargaría de explorar.

— Hemos llegado — aviso Arleth — La vista es genial. Anda, bajate — animó.

Krisent retiró el cinturón de seguridad para poder bajar del auto al fin. El viaje no había Sido tan pesado, tampoco torturoso. Había agradecido que su hermana no quisiera platicar en todo el camino, o intentar volverlo un viaje familiar de esas que se veían en una película de comedia. Era alguien callada, alguien que le gustaba el silencio, estaba bien con eso, y agradecía que su hermana no perturbara el viaje.

Cuando piso tierra, sus ojos conectaron con el inmenso bosque que tenía frente a ella. Era tan terrorífico que sus pies picaban por correr hacia él. La neblina le daba la pinta perfecta de horroroso. Estaba fascinada, era justo como en aquellas películas que veía sobre bestias y hombres lobos. Era el lugar perfecto para un asesino.

— ¿Te gusta? — Le preguntó su hermana mayor.

— Es tan bello como horroroso — Contestó la menor, con una suave sonrisa sin dejar de mirar el bosque.

— Me alegra que te gustara. Era lo menos que quería luego de que me haz apoyado en todo esto. Por fortuna la casa estaba libre y no dude en aceptarla, es la única con esta vista — Arleth se dirigió hacia la cajuela de su auto, para poder empezar a sacar algunas maletas — Krisent, ayudame con esto. Luego te acompaño al... — Para cuando se había volteado , su hermana menor ya no estaba — No me sorprende.

Krisent no podía esperar más, quería estar dentro de ese bosque. Nunca había sentido tanta emoción. Su vida había dado un vuelco cuando sus padres habían fallecido en un choque aéreo, todo por negocios. Así que decidió que está mudanza la tomaría como una nueva etapa en su vida.

Le ocasionaba risas el hecho de escuchar el crujir de las ramas al momento de pisarlas. Sus dedos rozando los grandes troncos de los arboles era una sensación especial. No le interesaba conocer personas en el pueblo, le interesaba indagar en el bosque.

Se agachó cuando algo brilloso había captado su atención. Se trataba de una cadena plateada, pero lo más interesante de la cadena era el dije. Se trataba de una luna azul brillante la cual era atravesada por un colmillo plateado. Le pareció algo hermoso de encontrar, así que lo guardo en su sudadera sin pensarlo. Pero un gruñido la hizo pararse de golpe. Y el crujido de unas ramas rompiéndose le obligó a soltar un jadeo. Su corazón estaba acelerado, y sus manos sudaban frío, aún así, intento mantener la calma.

Había neblina espesa a su alrededor, tan espesa que no podía apreciar de dónde venía el sonido. Pero su cuerpo se alertó cuando entre la neblina, se reflejo una sombra. Aquella sombra gruñía y la acechaba. Krisent dió un paso hacia atrás para intentar salir de ahí, y la sombra creció aun más, así como su gruñido. Lo que más le asustaba era que no podía distinguir al animal. La sombra empezó avanzar hacia ella, y cuando ella se giró para correr, su hermana mayor la tomó entre sus brazos.

— ¿Qué acaso no podías esperar? — Le cuestionó — ¿Qué sucede? — se percató de que Krisent estaba alterada.

Krisent miró hacia atrás, esperando ver a la sombra, pero no encontró nada. Y la neblina había desaparecido.

— ¿Krisent?.

— Nada, sólo... me pareció ver algo.

El bosque era terrorífico en verdad. Y su curiosidad era bastante. y Aún con miedo, exploraría aquel lugar.

SECRETOS DE LUNA LLENA Where stories live. Discover now