「✦」Juego de posición [Fem!Aziraphale]

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No obstante, su tranquilidad se perturbó cuando comenzó a percibir algunas miradas de los caballeros en las mesas de los alrededores. Aziraphale estaba hermosa, como de costumbre, con sus dulces colores crema que le provocarían repugnancia en alguien más; pero que a ella sólo la hacían relucir con más fuerza. Crowley arrugó la nariz al percibir el aroma sucio y escabroso de la lujuria de aquellos tipos, que deslizaban sus orbes curiosos de reojo para contemplarla, como si él mismo no los estuviese viendo fijamente, aún detrás de sus cristales.

— Ángel— llamó a la rubia, apoyando la cadera en la madera de la mesa para inclinarse más cerca mientras ella preparaba su tiro. Bastaba una palabra por su parte para que pusiera fin a su incomodidad frente a la atención de aquellos otros hombres, si es que la había. Lo cierto es que él deseaba que la hubiera— ¿Te están molestando esos idiotas?

— Oh, no. No te preocupes, solo hablábamos, ¿cierto? — Aziraphale se giró para sonreirle a los hombres que estaban a su alrededor.

Había entablado una cómoda charla con ellos, observando de reojo como Crowley jugaba al billar con alguno de esos individuos.

Uno de ellos se acercó a su oido, haciendo que ella bajase la mirada y tapase sus labios con su mano cuando una sonrisa afloró al oir que había estado en el espectáculo de magia y había quedado maravillado. Aziraphale giró su rostro para agradecerle, sin borrar la sonrisa de sus labios y sintiendo como sus mejillas se encendían ante los halagos.

Crowley tensó los labios en un intento de sonrisa precaria por mera educación, y un tic tomó una de sus cejas mientras aquella se distraía con los cuchicheos aún en medio de su conversación. Guardó silencio al ver que su intervención no era necesaria y se mantuvo al margen, volviendo a girar su cuerpo hacia la mesa en la que debía enfocarse. Hizo una mueca con los labios y se reclinó para apuntar con el taco entre sus dedos en dirección a la bola que le interesaba, en un intento de concentrarse.

Sin embargo, cuando aquellas risitas y coqueteos alcanzaron sus oídos una vez más, se alteró su templanza y falló el disparo. La situación comenzaba a enfurecerle y los celos arremolinándose en el fondo de su estómago sólo acortaban su paciencia. Incluso atisbándolo de reojo, podía percibir cómo aquellos aprovechaban para dejar algún toque sutil sobre Aziraphale mientras charlaban; e incluso cómo ella les dejaba sutiles golpes en el brazo al reír o desviaba la mirada con una tímida sonrisa.

No fue hasta que Aziraphale sintió como una de aquellas manos descendió por la cintura de su vestido hasta su trasero, que no dió un respingo y se giró apartandose del grupo de hombres, con una disculpa.

Sentía su respiración alterada, por el susto del momento. Y fue entonces, que giró su cabeza hacia Crowley, siendo consciente de que tal vez, había contemplado todo aquello.

— Estoy bien. — vocalizó en voz baja en su dirección, esperando que no hiciera ninguna tontería.

El pelirrojo enarcó una ceja al verla regresar y ladeó la cabeza en la dirección de la que procedía. No había alcanzado a ver qué había sucedido porque había ocurrido a espaldas de la joven; pero definitivamente en su mente se implantó una certera sospecha.

— ¿Ya han logrado espantarte, ángel? — habló con extrañeza, al atisbar el semblante de su querida amiga descompuesto— ¿Qué ocurre?

Crowley expiró profundamente por la nariz, conteniendo la ira que burbujeaba al seguir detectando aquellas indecentes miradas sobre ella, que acompañaban de descarados susurros que no alcanzaba a oír pero ni falta que le hacía.

— Estoy bien, en serio. — una de las manos de Aziraphale fue hasta el pecho de Crowley, deteniendo su paso y poder alzar la mirada hasta su rostro. — Estoy cansada, querido. Y bueno, le decía a los muchachos que iba a retirarme, eso es todo.

ღ Ineffable husbands - ONESHOTS ღWhere stories live. Discover now