También, son fáciles de detectar con los siete años que llevan intentando prenderme fuego.

No me doy tiempo de pensar en él, cuando terminamos de comer y no queda rastro de las delicias o de la ordenada vajilla de oro, nos levantamos y, como prefecta de Gryffindor, guío a los de primer año a nuestra sala común. Les pido una fila ordenada y en silencio, cosa que no recibo al principio, pero tampoco puedo admitir que me moleste del todo. Son niños, al fin y al cabo. Les dedico mi mirada más abrumadora, y en un tris tras, ya les tengo alineados y con los labios juntos.

Recorro de nuevo los iluminados pasillos de Hogwarts, lentamente, con los escasos cuadros que han logrado aguantar la catástrofe inclinándose con formalidad o simplemente saludando con un ademán amigable. Ventanales con monturas reformadas dejan entrar las frías ventiscas nocturnas, y, entonces, están las exclamaciones de admiración de los pequeños de primero, fascinados con el que será su nuevo hogar, y las miradas llenas de nostalgia y alegría de los antiguos alumnos que tanto esperábamos el momento de volver. Todo me llena el corazón.

En definitiva, extrañaba Hogwarts.

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Al adentrarnos nuevamente en la sala común roja escarlata y dorada, los niños corren a sentarse en los mullidos sillones, o se amontonan cerca de la afable chimenea. Interrumpo su diversión con mi voz para indicarles lo básico, mientras ellos asienten y bufan exasperados por conocer las que ahora serán sus habitaciones. También, si éstas las compartirán con sus nuevos amigos.

Gryffindors, lo tienen tatuado en la frente.

Cuando termino, todos salen corriendo hacia sus respectivas escaleras como manada de hipogrifos, dándose empujones, riendo abiertamente y pegando gritos emocionados. Suspiro profundo ante su inocente y agotadora felicidad, y por mi parte, digo adiós a los chicos, le planto un beso en la mejilla a Ginny y camino sin prisas hacia mi habitación. De todas formas, ¡hoy me libré de hacer guardia!

Al entrar, me encuentro con un cuadrado amoblado sólo para mí. Hago un mohín con la boca, las pijamadas de media noche han desaparecido hace un par de años y aun las extraño desde lo más profundo. Una cama con dosel junto a una ventana y algunas decoraciones con los colores de Gryffindor la hacen ver acogedora y, por supuesto, escolar. Hay una puerta a mi izquierda donde supongo es el baño y junto a esta está mi viejo baúl y varias pilas de libros que luego ordenaré en las estanterías polvorosas. Crookshanks se pavonea en el alféizar de la ventana, mirando receloso a los pájaros que se picotean entre sí al otro lado del vidrio, cosa que me indica que la persona que lo trajo lo dejó libre. Maúlla y sonrío.

Me arrodillo frente al baúl en busca de mi pijama preferido y, ya que la noche es bastante fría, también me hago con un suéter de lana. Cierro las cortinas de un tirón.

Ya lista, no tardo en lanzarme sobre la cama, bastante cansada por el viaje y la bienvenida, siendo recibida por un colchón firme que siento por su contrario, como un trozo de pan de molde. Un ruidillo se escapa de mi garganta ante la sensación de descanso, pues cada parte de mi cuerpo parece relajarse en un segundo. Rápidamente me envuelvo entre las coloridas sábanas, rodando hacia el otro extremo del espacio; cierro los ojos con fuerza, a la espera de caer dormida. El gato se escabulle entre mis pies y no tarda en hacerse un ovillo allí mismo, le siento ronronear y le acaricio una última vez con mis tobillos antes de desearle las buenas noches. Pero los minutos pasan y pasan y simplemente no puedo dormir, a pesar del inminente cansancio que no me permite siquiera abrir los ojos. Doy vueltas en la cama un par de horas y respiro a conciencia una docena de veces, hasta que sacudo el cuerpo en todas las direcciones, frustrada. Detesto el insomnio, sus furtivas y repentinas apariciones cuando más deseo descansar, y que no se irá a no ser que haga algo al respecto. ¡No pienso repasar las grietas del techo toda la noche! Y caminar siempre termina por librarme de la terrible vigilia...

FUEGO Y HIELO | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora