Capítulo 2

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H E R M I O N E

Ron ha estado comportándose un tanto... fuera de lugar. Y por un tanto, me refiero a muy extraño. Desde nuestra llegada a King's Cross no ha parado de tropezar con sus pies y contestar monosílabos entre balbuceos a mis interrogantes. Su mirada pocas veces se encuentra con la mía, con todo y que, sin embargo, son incontables las veces que le he oído suspirar y refunfuñar que no se siente del todo bien. Más que indispuesto, parece perdido entre los recovecos de su cabeza, estando aquí, engullendo medio festín sin siquiera echarle un vistazo a lo que se lleva a la boca. Un comportamiento algo torpe, bastante normal en términos de Ronald Weasley, claro, solo... aumentado a su máxima expresión.

Le repaso con la mirada, otra vez, y por un momento eterno siento que no le conozco.

Desde que terminamos lo que pudo haber sido nuestra "historia de amor", nos hemos distanciado más que un poco. Vamos, es inevitable, habiendo convivido como lo hicimos, dar un paso atrás resultó incómodo. Doloroso. Pero Ron no ha dejado de ser Ron, lo que hemos vivido juntos a lo largo y ancho de estos siete años no lo he echado en saco roto en lo absoluto... Hasta el día de hoy no he dudado ni una sola vez en afirmar que es y siempre será de mis mejores amigos. Me gusta pensar que lo ocurrido nunca implicará lo contrario.

Le tengo el más grande cariño a él, a todos los Weasley, somos familia.

Y, tal vez, eso es lo que siempre debimos ser.

Estaba perdidamente enamorada de Ron, no era exactamente un secreto, así que todo fue terrible. Complicadísimo, pues nunca había pasado por nada remotamente similar, ni tenía la más mínima idea de lo desconsolador que resulta el amar a alguien. A alguien que, de repente, ya no te ama devuelta. Le encontré de improviso esa tarde, Lavender le descansaba sobre las piernas y le sostenía el rostro con las manos a los costados de ambas mejillas. Resultaba una reunión secreta, una de tantas que ignoraba habían tenido en el jardín trasero de la madriguera, arrimados en un huequecito que hacían dos planchas de madera mohosa. Una y otra vez. Eso se había venido repitiendo por semanas...

Nunca esperé algo así por parte de Ron. Tampoco de ella, con todo y que la profesora Trelawney y yo le habíamos, prácticamente, salvado la vida. Resultó en una especie de milagro. Lavender, me refiero a ella. Solo algunas cicatrices le hendían el cuello haciendo formas escabrosas... Ron le dejaba besos sobre ellas cuando me miró directo a los ojos. Para bien o para mal, les descubrí dando un pequeño paseo para estirar las piernas; había leído, arremolinada en uno de los sofás junto a Ginny toda aquella tarde y vaya que fue irónico, porque la sorpresa casi me echa al suelo. Allí mismo y con él intentando... ¿Qué intentaba? ¿Dejarme claro que no estaba alucinando?, explotamos en una discusión, qué más que discusión podía tacharse de porfiar, en la que claramente decidí(mos) dejarlo. Qué decir, me sentí traicionada, más que por mi pareja, por mi mejor amigo.

La confianza es baja, no hablamos mucho y las cosas estuvieron, y aún están, algo turbias entre nosotros, pero coincidimos en que no queríamos terminar fingiendo que el otro no existe. Es demasiado trabajo.

En suma, hoy se comporta de una manera que no consigo interpretar. Retomo que siempre que le miro aparta la mirada, he ignora mis palabras, sumado a que ha estado a punto de estrellarse contra una columna gigantesca. No hizo más que divagar en el discurso de bienvenida, y apenas ha hablado con Harry, tomando en cuenta lo ruidosos que a veces pueden llegar a ser ese par estando juntos a la hora de comer.

Es más, creo que algo ha hecho cortocircuito en todos los portantes de un cromosoma Y, porque de igual forma, si mis ojos no me han engañado, me he topado con la terrible mirada de Malfoy un par de veces. Eso definitivamente no es algo común. Simplemente siento esta extraña sensación pesandome en la espalda y la nuca, tal incomodidad solo me deja claro que alguien está mirándome fijamente... Siempre termino tropezándome en desgracia con los ojos del rubio. Sus orbes frías y distantes pueden fastidiar a cualquiera con solo un vistazo.

FUEGO Y HIELO | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora