XXIX

2.2K 133 3
                                    

Suelto el móvil en la cama y me sobresalto de ella. Pero en el intento de ponerme de pie me caigo al suelo. Se me había dormido una pierna.

¡Oh, mierda!

Estiré la pierna durante un par de minutos hasta que se me pasó. Me levanto corriendo y rebusco en el armario. Comienzo a sacar ropa del armario. Estoy muy indecisa.

Al final me decanto por un pantalón vaquero, alto, roto, largo y negro. Me lo remango por abajo. Me pongo un jersey color vino rojizo corto, pero de manga larga para no dejar ver mis cicatrices. Me coloco mis Air Max blancas y bajas. No me maquilló nada, simplemente me hecho un poco de crema para hidratar la piel y me doy un poco de vaselina. Me hago una coleta alta.

Bajo disparada por las escaleras al piso de abajo. Me cogo una manzana verde y subo de nuevo corriendo hasta mi habitación para coger el móvil.

Enciendo la pantalla de desbloqueo y miro la hora: las doce menos cuarto.

¡Que! Tanto correr para que me falte un cuarto de hora.

Instantaneamente me tiro de espaldas a la cama. Y cierro los ojos.

Pasan unos minutos. Miro la hora: las doce menos tres.

Ahora si.

Salgo por la puerta mientras me termino de comer la manzana.

Me estoy aproximando al parque y una corriente eléctrica inunda mi cuerpo.

Me estoy empezando a poner algo nerviosa.

Una vez en el parque diviso un banco en el que esta Jesús, sentado y mirando al suelo. Lleva puesto unos vaqueros oscuros ajustados. Una camiseta blanca y una chaqueta. También lleva sus Air Max blancas y altas.

Me acerco lentamente. Estoy realmente nerviosa y confusa.

-Hola. -digo fríamente.

Jesús levanta de inmediato su cabeza que hace unos segundos estaba mirando al suelo.

Se me queda mirando. A los ojos. Muy intensamente. Y no...no puedo aguantar esa mirada. Aparto la vista.

-Te puedes sentar. -dice con un tono leve- Si quieres.

Le hago caso y me siento. Pero dejo una distancia aparente entre los dos.

Levanta su cabeza. Y me vuelve a mirar a los ojos. Pero vuelvo a apartar la vista.

-Acercarte, que no muerdo. Y mirarme... También puedes...

Ignoro sus palabras y miro mis zapatillas.

Se acerca él a mi. Poco a poco. Alza su ma mano y la posa en mi barbilla haciéndome girar la cabeza y mirarle. Y me pasa, de nuevo. Me vuelvo a perder en su mirada inquieta. Sin fondo.

Pero hago un giro forzoso. Para apartar la cara.

-Si no vamos a hablar... -suelto- me voy. No tengo por que estar aquí.

-No tienes por qué estar aquí, en eso estoy de acuerdo. Pero has venido.

Suspiro.

-¿Por qué no me miras a los ojos?

-Tengo miedo.

-¿Miedo? ¿A que?

-A ti, a perder en tu mirada como solía hacer. A enamorarme.

Jesús se queda callado. Al igual que yo. Me levanto de banco.

Pero una mano agarra mi antebrazo. Hago una mueca de dolor que el no ha podido ver. Y me giro. Jesús me agarra de la mano y me levanta la manga del brazo derecho.

-¿Por que...?

No le dejé terminar la frase.

-Por ti.

Jesús se queda paralizado de nuevo observando mis cicatrices. Y por su mirada sospecho que las lágrimas están a punto de salirle y recorrer sus sonrojadas mejillas.

-Ya esta bien. Adiós. -me pongo de nuevo a caminar.

Pero me termina agarrando otra vez de la mano. Pero esta vez, al girarme no deja distancia entre los dos

Me besó. Y yo se lo seguí. Sin saber por qué.

Cuando lo hizo mi mundo entero se detuvo. Por un momento solo existiamos él y yo. Le miré a los ojos, y me di cuenta de que esos ojos son los únicos que quiero ver. Que esa sonrisa es la única que quiero escuchar. Que su voz es la única que quiero que me despierte cada mañana con un "Buenlz Días Princesa". Porque sé que me enamoré. Que mi vida ahora es él. Que lo quiero solo para mi. Que sé que aun que él nunca haga nada, a mi me va a gustar cada día más. Que no quiero que lo nuestro sea uno de esos infinitos que no duran una mierda, yo quiero que lo nuestro sea un poco a poco que sea eterno. Lo quiero a él, y como lo voy a querer, no lo va a querer nadie. Que es con él o con nadie. Son sus besos o los de nadie.

Nos separamos. Me muerdo el labio mientras me quedo observando los suyos, que dejan asomar una perfecta y blanca hilera de dientes.

-¿Por qué lo has hecho? -le pregunto casi en un susurro.

-Porque aún te quiero Noa. He sido un completo inbecil al dejarte ir joder. Me arrepiento de todo lo,que he dicho y lo que he hecho. No era consciente de mis actos. Te necesito, como el aire al respirar. Y no, tu no serás ese aire, y podre respirar sin tenerte a mi lado, pero si tu no estas no siento que respiro.

Inevitable. (Gemelos Oviedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora