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Las cigarras, la brisa y el lago seguramente estarán emitiendo suaves murmullos, pero todos se han fundido en un intenso silencio; James ya no oye nada más que los latidos de su corazón en los oídos.

-Regulus, yo...

De repente Regulus se hunde bajo la superficie y escapa de los brazos de James antes de que este pueda decir nada más.

Vuelve a emerger ya más cerca del embarcadero, con el cabello pegado a la frente, y Potter se vuelve y lo mira fijamente, atónito por haberlo perdido.

Black escupe el agua que se ha tragado y produce un chapoteo en dirección al americano, que suelta una risa forzada.

-Dios-exclama el principe dando una palmada a un bicho que se ha posado encima de él- ¿qué son estas criaturas infernales?

-Mosquitos-contesta Potter

-Son horribles- se queja Regulus en altitud altiva-Voy a pillar una enfermedad exótica.

-¿Cómo dices?

-Lo único que pretendo decir es que el heredero es Sirius y yo soy la pieza de repuesto, y que si ese cabrón tan estresante sufre un infarto a los treinta y cinco y yo estoy enfermo de malaria, ¿qué ocurre con la pieza de repuesto?

James vuelve a reír débilmente, pero ahora tiene la clara sensación de que le han arrebatado algo de las manos antes de que pudiera asirlo.

Regulus ha adoptado un tono ligero, rápido, superficial, el que utiliza para hablar con la prensa.

-Sea como sea, estoy hecho polvo-está diciendo ahora-Potter observa impotente cómo se da media vuelta, se iza para salir del agua y subir de nuevo al embarcadero, y vuelve a ponerse el calzoncillo-Si a ti te da lo mismo, creo que voy a irme a la cama.

James no sabe qué decir, de modo que se queda mirando a Regulus mientras este se aleja por la larga cinta del embarcadero y se pierde de vista en la oscuridad.

Comienza a invadirlo un hormigueo, una sensación de vacío que le nace en la articulación de la mandíbula y le baja por la garganta y por el pecho hasta instalarse en la boca del estómago.

Algo va mal, y lo sabe, pero está demasiado aterrorizado para apartarlo de sí o preguntarse qué es.

De repente comprende que ese es el peligro de permitir que intervenga el amor: el hecho de saber que si algo sale mal, no sabe qué va a hacer para soportarlo.

Por primera vez desde que Regulus lo agarró y lo besó con tanta certidumbre en los jardines de la Casa Blanca, empieza a tomar forma una idea en su mente: ¿y si en ningún momento él hubiera tenido capacidad de decidir? ¿Y si hubiera estado tan obsesionado con todo lo que es Black, con las cosas que escribe, con ese corazón dolorido que tan sinceramente expresa, que se hubiera olvidado de tener en cuenta que esa es su forma de ser, todo el tiempo, con todo el mundo? ¿Y si hubiera hecho precisamente lo que juró que jamás haría, lo que más odia, y se hubiera enamorado de un príncipe porque era una fantasía?

Cuando regresa a la habitación, Black ya está acostado a su lado, callado, vuelto de espaldas.

A la mañana siguiente, no está.

Al despertarse ve su lado vacío.

Prácticamente arranca la puerta de sus goznes para salir corriendo al jardín, pero también lo encuentra vacío.

No hay nadie en el jardín, ni en el embarcadero.

Es como si Regulus nunca hubiera estado aquí. En la cocina encuentra una nota:

"James: He tenido que marcharme temprano por un asunto familiar. Me he ido con los guardaespaldas. No he querido despertarte. Gracias por todo. X"

Es el último mensaje que le escribe Regulus

Rojo, Blanco y Sangre Negra// JegulusWhere stories live. Discover now