Capítulo 11

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Le había costado una semana entera conseguir una cita con uno de los psiquiatras. Llamarles para pedirla había sido duro, muchos le habían dicho que tenía que esperar varios meses. No tenía tiempo, mucho menos meses. Apenas tenía días. Cada segundo que pasaba era demasiado.

Y para colmo. Tuvo que llegar a un acuerdo con sus padres. Nunca habría podido soportar las citas con los psiquiatras y vivir por su cuenta, pero prefería matar a un pariente para heredar su dinero que volver a vivir con sus padres. Pero trabajar para conseguir el dinero le haría imposible asistir a todas las clases.

Así que sus padres le habían ofrecido un trato. Como equipo, lo que ya daba bastante miedo. Si les ayudaba con la empresa de diseño aceptando uno u otro trabajo de modelo y trabajaba a tiempo completo en las vacaciones semestrales, le pagarían lo suficiente para que pudiera vivir en su propia casa y seguir como antes mientras ellos pagaban la asesoría.

Había habido una pelea a gritos con su madre, ambos habían intentado conseguir lo que querían y, al final, se habían conformado con el primer trato. Diferente fue sólo que Masaru, en un momento dado, había puesto las manos sobre los hombros de ambos y les había hecho sentarse de nuevo, calmándoles al menos un poco.

Había sorprendido tanto a Katsuki, que se limitó a aceptar, sin saber qué más hacer ante aquella situación desconocida.

Así que había dejado su trabajo, algo que le parecía inesperadamente mal. Era como dejar ir el tiempo de descanso que tenía con Kirishima. Pero era algo bueno. De algún modo, parecía que sus compañeros de trabajo se sentían aliviados al verle marchar, así que se despidió de ellos antes de abandonar aquel agujero de mierda para siempre.

Y ahora estaba sentado en esta estúpida sala de espera, a pesar de que su cita debería haber empezado hacía diez minutos y se sentía como si se hubiera derretido en el suelo. Deseaba tener algo o a alguien que le distrajera. Pero todo lo que le ofrecían en la sala de espera eran estúpidas revistas femeninas o mierda psicológica. Odiaba estar aquí y tenía muchas ganas de volver a casa.

Pero sabía que si se iba ahora mismo tendría que esperar mucho más para volver a clases, así que más le valía.

Después de otros 5 minutos de espera, se levantó y golpeó la puerta, el psiquiatra había desaparecido antes. Estaba harto de esperar. Si el estúpido psiquiatra no podía mantener sus citas no era su problema.

La psiquiatra, la doctora Nagi, era una mujer menuda, que sólo llegaba a la clavícula de Katsuki, con una suave sonrisa, pelo negro y suaves ojos color avellana. Cuando ahora abrió la puerta, seguía siendo pequeña y suave, pero feroz al mismo tiempo. Ella le miró con cara de desconcierto. "¿Pasa algo?"

"¡Mi cita empezó hace 15 putos minutos! Si eres demasiado incompetente para hacer un horario decente no es mi problema. Haz esa mierda más tarde!" Katsuki chasqueó obviamente irritado.

"Siéntate." Dijo el doctor.

"¿Qué?"

"Siéntate."

"Esa no es una maldita respuesta..."

"Siéntate." Ella no hablaba alto o con mucho veneno o cualquier enojo en absoluto. Sólo una voz dura de una mujer suave y Katsuki no encontró más palabras para ello, irritado e inseguro sobre lo que debía hacer con esta situación, así que simplemente se sentó.

"Ahora escucha. Me tomo mi trabajo muy en serio y eso significa que antes de empezar a hablar con mis clientes, estudio su caso, recuerdo todo lo que es importante. Porque quiero trabajar lo mejor posible. Si eso no es de su agrado la puerta está por allí".

Ahora señalaba la salida. Pero Katsuki ni siquiera giró la cabeza, se quedó sentado mirando a la mujer con ojos grandes y la boca ligeramente entreabierta. Nunca había visto a alguien tan inofensivo y aterrador al mismo tiempo.

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