Capítulo 2: Café y gatos.

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Wendy estacionó su patrulla enfrente de una cafetería, cuyo logo principal era la representación de un gato negro. Dipper no comprendió que hacían en el lugar hasta que la chica lo invitó a bajar.

— Bill es el dueño de una cafetería "gatuna"— Explicó— Su casa está en el segundo piso del local, al igual que la habitación que quiere rentar, por eso te pregunte si eras alérgico a los gatos.

— Oh, comprendo— El castaño bajo sus maletas sin quejas y siguió a la chica dentro del local.

Fueron recibidos por un ambiente cálido, con olor a vainilla y café, lleno de suaves maullidos y ronroneos, y gente emocionada que acariciaba a los gatos presentes. Había diferentes rascadores para gatos, juguetes, y sillones mullidos, al igual que mesas y sillas, donde los clientes disfrutaban del humeante café y deliciosos postres en compañía de los felinos. Todo muy ordenado, pulcro y hermosamente decorado.

Siguió a Wendy hacia el mostrador, donde un joven rubio de atrayentes ojos color miel atendía.

— Oficial — Sonrió al ver a la chica, luego de terminar de cobrarle el servicio a un cliente— ¿Viene a inspeccionar a los sospechosos habituales?

— La inspección de patitas y colas será en otra ocasión— Contestó ella fingiendo seriedad, para luego reír— Necesito un favor, que también te favorecerá.

— Interesante. Pero, primero ¿No vas a presentarme a tu atractivo compañero? — El chico soltó, sonriendo tentativamente en dirección al castaño.

— Oh cierto, cierto. Bill, él es el detective Dipper Cooper, detective, mi amigo Bill Cipher— Ella los presentó.

— Un gusto conocerlo, detective— El rubio pronuncio juguetón, extendiendo su mano detrás del mostrador.

— El gusto es mío— Dipper aceptó el gesto cordial.

Debía admitir que el chico era lindo, muy de su tipo, además, cuando sus manos se tocaron, no pudo evitar sentir una extraña calidez, que se desvaneció rápidamente cuando se separaron.

— Por cierto, linda pulsera ¿Es de plata?

Bill era muy observador, por lo que no había pasado por alto el brillo plateado debajo de la gabardina oscura del otro.

— Reliquia familiar— Dipper contestó con calma.

Aquella pulsera le había evitado muchos malentendidos, al estar hecha de plata, el material más venenoso para las criaturas que él cazaba. La oficial Corduroy había pasado la prueba en la estación de buses, y ahora también el rubio.

— Bill— Wendy llamó su atención— El favor es...

— Déjame adivinar— El chico la interrumpió— Vienen del hostal, y no había alojamiento disponible, lo que es normal en esta época del año. Por lo que, quieres que le rente la habitación que tengo libre al detective.

— ¿Cómo? — La pelirroja parpadeó.

— Por el rostro agotado y la mirada frustrada del guapo detective aquí presente, además de su ropa arrugada, me dice que estuvo horas de viaje incómodo en un autobús, probablemente retrasado por algún factor externo, por lo que solo quiere descansar. Además, sé cómo son en el hostal, si no llegas a tiempo a la reserva, le dan tu habitación a otro sin cuestionar. Y tú, lo trajiste aquí, por lo que deduzco que el favor tiene relación con la habitación disponible— Explicó.

Sí, Bill era observador.

— Solo será temporal, hasta que pueda encontrar un lugar donde quedarme definitivamente— Dipper aclaró, no quería molestar.

— Ni siquiera has visto el lugar, puede que te guste y te quedes el tiempo suficiente. Además, no me molesta, si te comportas y no te incomodan mis gatos, claro— Ofreció amable.

— No tengo problemas con los gatos.

— Bien, te enseñaré la habitación entonces, detective— Bill sonrió— Soos te encargo la tienda— Alzó la voz para que uno de sus empleados, un chico de contextura gruesa, lo oyera.

— ¡Enseguida jefe! — Este contestó.

Bill lo llevó a una habitación trasera del local, donde en un lateral de esta, se encontraban las escaleras que los guiarían al segundo piso. Mientras tanto, la oficial Wendy se quedó en el café, conversando animadamente con el otro empleado.

Dipper no se sorprendió de que aquel departamento estuviera igual de ordenado y pulcro que la cafetería, elegantemente decorado, sin saturación de color, y de ambiente cálido.

— Aquí estas— Bill se agachó cuando un gato blanco y ojos azules vino a recibirlo, lo tomó entre sus brazos— Will es el único gato de esta planta— Explicó— Es muy tímido para interactuar con los clientes y muy sumiso con sus compañeros, por lo que tienden a aislarlo, espero que su compañía no te moleste.

— Para nada— Dipper sonrió, al ver como el felino lo observaba con ojos curiosos. Le recordaba a uno que había tenido en su infancia junto a su hermana.

— Luego te presentaré al resto de la pandilla, pero ahora...— El rubio lo guio a la que sería su habitación.

El cuarto era espacioso, contaba con un baño personal, una cama grande y mullida, un armario, una mesita de noche con lámpara, una televisión y un escritorio con su respectiva silla. Además de una ventana, cuya vista daba directo a la calle.

— ¿Y? ¿Qué tal? ¿Te gusta? — Bill preguntó, aun con su gato en brazos.

— Mejor que un hostal— Dipper comentó sincero— ¿Cuánto costara?

— Luego hablamos de negocio, por ahora toma una ducha y descansa, que se ve que te hace falta, detective.

— Dipper— Él corrigió— Puedes llamarme Dipper.

El chico, al igual que la policía, comenzaba a ser de su agrado.

— Dipper...— Bill susurró pensativo— No, detective suena más misterioso para mí— Le guiñó un ojo juguetón— Por cierto, debo volver al trabajo, la cena se sirve a las siete. Nos vemos entonces. Siéntete libre de explorar— Comentó antes de irse.

El castaño se dejó caer sobre la mullida cama cuando estuvo solo en la habitación, esto era justo lo que necesitaba, luego tendría tiempo de desempacar. Escuchó la puerta del departamento cerrarse, y el suave maullido de Will en el pasillo.

Cerró sus ojos un rato y se permitió descansar. Había sido un viaje largo, y su misión no estaba sino comenzando, pronto tendría que trabajar y localizar a la presa que tanto había estado buscando, se merecía aquello, al menos por ese día, luego se preocuparía del resto de factores.

Haber conocido a Bill y a la oficial Corduroy en su primer día, había sido un regalo, al menos por ahora sabia que podía confiar en ellos, no de forma profunda, pero si lo suficiente para descartarlos como objetivos gracias a la prueba de la plata. Además, tenía un lugar donde quedarse y un guapo, y algo coqueto, arrendador ¿Qué más podía pedir?

Con ese pensamiento, se quedó profundamente dormido.

Café, gatos, vampiros y cazadores [Fanfic Dipper x Bill]Where stories live. Discover now