⋆ 31 ⋆

5.1K 895 35
                                    


Se sentía ardiente, suave también, su textura la deleitó, pero más le gustaba lo que generaba en él, lo que la hacía sentir darle placer. Porque con tan solo la forma roncar de jadear y con sus manos enredadas en su cabellera, la humedeció, su vientre palpitó, su femineidad pulsó deseosa.

No, ya no quería esperar. La erección de Kylian era imponente, pero más la necesidad que creaba en ella saberlo en su palma.

De repente él buscó sus ojos, soltando sus labios y la detuvo por la muñeca, ambos respirando como locomotoras. Samantha lo estudió, agitada.

—Quiero que te quites esos pantalones, pelirroja —declaró.

Pasó saliva. Retrocedió un paso. Entonces los abrió bajo la mirada sombría de Kylian. Jamás se había sentido más sensual, más mujer que en ese momento. Los bajó despacio. Él sonrió complacido, contemplándola, excitado como hacía mucho tiempo que no lo estaba y es que esa mano delgada, rodeándolo, acariciándolo, lo había trastornado, pero se correría si no la detenía y esa tarde... esa tarde lo haría en su interior.

La conciencia intentó abrirse paso, pero cuando las bragas blancas de Sam quedaron expuestas, se replegó por completo. Se agachó y la ayudó a quitárselos por los pies mientras ella sujetaba sus hombros.

Cuando ambos estuvieron en ropa interior, se repasaron con mirada descarada, sin ocultar ni un poco lo que codiciaban.

—Ven acá —ordenó él, enganchando el brazo en su cintura.

La joven sonrió acercándose, enseguida notó que abría el broche del sostén. Los dientes de Kylian bajaron un tirante, luego el otro. Sam sentía el estómago sumido debido a la antelación, a la avalancha de crudo deseo que experimentaba.

Sus senos quedaron libres, él la pegó a su pecho, ambos soltaron el aire. Se miraron satisfechos.

—¿Hasta dónde quieres llegar?

—¿Hasta dónde me puedes llevar? —replicó rodeando su cuello clavando las uñas en su nuca. Él sonrió de forma torcida.

—Hasta el punto en el que olvides donde estás —la desafió. Sam alzó una ceja.

—Entonces hazlo —concedió.

Kylian lamió sus labios con osadía.

—No sabes lo que dices, pelirroja.

—Hablas mucho —ronroneó ella sobre su boca. Kylian río y ese ruido masculino reverberó en su estómago como un aleteo inquieto y dulce que se buscaba adherir a su piel.

Se besaron con salvaje voracidad. Sam buscó quitarle los bóxers, la ayudó y se deshizo enseguida de su braga, entonces la alzó, ella rodeó su cintura y de inmediato fue consciente de su masculinidad desnuda humedeciéndose con su ser. Se movió un poco presa del impulso, de las ganas alocadas de sentirlo.

—Joder —gruñó él cuando su centro empapado, se frotó contra él. Ella gimió aferrada a su cuello. Volvió a hacerlo y la respuesta de Samantha lo nubló por completo, pues tembló expulsando un ruido cargado de placer. La bajó y colocó al borde de la tina. Debía probarla.

Ella, al sentir el frío de la cerámica, respingó, pero cuando leyó las intenciones de esos ojos grises dejó de respirar. Se sujetó de donde pudo y enseguida sintió el aliento cálido De Kylian en su centro, mientras recargaba una de sus piernas sobre su hombro. La tomó por el trasero y dio un lametazo que la hizo ver estrellas.

Se aferró a la llave donde ya no salía agua, y sin remedio enredó la mano en el cabello de él. Entonces bajó la mirada, Kylian estaba enterrado en su ser, su boca la probaba con hambre, accionando todo lo que no tenía idea de que se pudiera accionar.

Solo para mí.  Serie Streoss I •BOSTON•Där berättelser lever. Upptäck nu