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Cada uno de sus hijos era particular, eso habían logrado entre él y su mujer, y se aplaudía por ello. Para ese momento, solo ella y Esko que estudiaba su especialidad en cardiología, vivían con ellos, lo cierto es que extrañaba la casa llena de peleas, gritos, risas y ruidos, de travesuras y corretizas. Pero esos tiempos ya habían sido.

Camile, el mayor, tenía dos empresas líderes en el área de finanzas y consultorías, era brillante y sin su ayuda en la Streoss Service no tenía idea de cómo hubiese pasado ese tiempo que estaba resultando tan complicado.

Ankel, el segundo, era oncólogo, poco se le veía y vivía para su trabajo y estudiar. Ambicioso, siendo tan joven había resultado ser una genialidad en el área y trabajaba con los mejores.

Kyle, de veintiocho, era otro tema, ingeniero, siempre ideando, creando, inquieto como Samantha, de personalidad picara, trabajaba para una trasnacional que tenía los mejores proyectos en Asia y gobierno. Le iba bastante bien, se continuaba preparando, pero era un cabezota en toda la extensión de la palabra. Damen, eral el cuarto, tranquilo, de metas fijas y silencioso, amante de los deportes extremos cosa que lo preocupaba, pero un hombre centrado si pudiera catalogarlo.

En general una familia que le daba la fuerza para cuidarse y estar sano. Lo cierto es que siempre estaba al tanto de cada uno de ellos, eran lo más importante al igual que Madelene.

Inquieto, estudió los bellos rasgos de su hija, buscando más información. Ella lucía un tanto avergonzada, nerviosa. Entornó los ojos. Aquello lo alertó. Craig tenía la misma edad que Ankel y era un lobo de mar en los negocios, tal como Camile, y también mucho mayor que ella en tantos sentidos.

—Explícame eso. ¿Cómo que se han visto? Tú tienes novio, Samantha —apuntó despacio, escondiendo su inquietud.

La joven negó rehuyendo de sus ojos. Malo.

—Hoy terminamos —soltó con rapidez. Londo abrió sus ojos claros de par en par, asombrado.

—Oh... ¿debido a Craig? —dedujo desconcertado. Su hija negó enseguida, alzando su pecoso rostro. Pero no le creyó del todo.

—No, es solo que, no somos compatibles.

—Bueno, te diste cuenta a tiempo.

—Creo que... no tan a tiempo, se puso muy mal en el restaurante, lloró —le contó ladeando la boca, para enseguida quitarle el chocolate y darle una mordida enorme debido al malestar que le despertaba el recuerdo de ese momento incómodo como pocos.

Londo arrugó la frente.

—¿Lloró? Bueno, quizá estaba muy enamorado, ¿no? Y dame eso —gruñó quitándole la barra y dándole una mordida. Samantha masticó pensativa, pero negó casi enseguida.

—No, creo que no, es como si se hubiera enamorado de la idea de mí, no de mí en realidad. La verdad no tiene nada de malo que llore, pero su actitud fue... exagerada —y le narró lo ocurrido. Londo buscó por todos los medios no soltar una carcajada puesto que se lo imaginaba sin problemas. Cash era lo que catalogaba como un quejica dramático y había pocos así.

Al terminar Sam lucía contrariada, buscó su mano y la acunó.

—¿Estás bien, mi amor? —preguntó antes que nada. Ella lo miró y luego sonrió tranquilizándolo. Apenas unas horas atrás había escuchado la conversación que había sostenido con Camile. Sí, hacía lo correcto—. Ahora dime, Craig qué tiene que ver en esto —pidió saber. Sam respiró hondo, luego invirtió los labios para que parecieran tan solo una delgada línea blanca.

—Es que... si quiero seguir saliendo con él, como hasta ahora, no debía continuar con Cash, es lo correcto —mintió a medias esperando la reacción de su padre.

Solo para mí.  Serie Streoss I •BOSTON•Where stories live. Discover now