04 - eliminatorias (antony)

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Habían perdido 1-0 en el clásico Brasil-Argentina, esta vez en las eliminatorias para el mundial de 2026.

El partido fue bastante reñido y violento, como de costumbre. Después de todo, eran las dos selecciones que mejor jugaban fútbol en Latinoamérica.

Pero a Lisandro, no era como si le importase demasiado.

No cuando tenía las piernas del brasileño rodeando su cadera, sus manos pegadas a sus muslos mientras el contrario lo atraía con el agarre en su cuello y los persistentes movimientos que llevaban a cabo sus labios como si estuvieran bailando.

Durante el partido se habían cruzado varias veces y, de hecho, Lisandro había bajado al delantero cada vez que intentaba llegar al arco de la albiceleste porque justamente ese era su rol, pero tampoco había sido tan bruto como podría haber sido con cualquier otra persona. No quería lastimar al brasileño porque en parte sabía que después le iba a recriminar todo eso.

La euforia que se desató en los vestidores de la verdeamarela por haberles ganado llegó a niveles bastantes altos a pesar de que aún quedaban varios partidos para que las eliminatorias terminaran.

Aunque, en sí, ninguna selección quería que la otra quedara eliminada del próximo mundial, era más bien por el orgullo y la chicana de decir que les habían ganado.

Todos allí eran amigos y se llevaban bien, fuera del fútbol todo cambiaba.

O en el caso de ellos, eran más que amigos.

Antony y Lisandro se conocían desde que estuvieron juntos en Ajax, desde hace tres años. Y desde ese entonces que se gustaban, a pesar de no ser pareja como tal.

Al final terminaban siendo rótulos que ninguno de los dos quería ponerse porque los limitaba. Preferían simplemente dejarse llevar por la situación y vivir su atracción libremente, sin cadenas ni condiciones.

Desde hace un rato que el caos se había desatado, aún podía saborear el alcohol en la boca del menor y era algo que genuinamente le resultaba atractivo. La imagen de Antony con la bandera de Brasil atada al cuello mientras no tenía nada que cubriera su pecho y su short deportivo casi arremangado por su culpa al querer tocar sus muslos, era algo que nunca iba a sacarse de la cabeza.

En algún momento, los brasileños se habían ido, empezando a cargar sus cosas en el colectivo que los llevaría de vuelta al predio donde entrenaban y dormirían por esa noche. Así que, Lisandro aprovechó para colarse en el vestuario de la selección y retener al rubio antes de que no se fuera.

Habían empezado simplemente hablando, con Antony retándolo por haberle golpeado en el tobillo y Lisandro riendo porque sabía que estaba exagerando. De alguna forma, el central terminó por subirlo a la mesa del centro del vestidor y lo besó con necesidad.

Cuando sus pulmones empezaron a exigir poder respirar bien, se separaron pero aún así, Lisandro bajó sus besos hasta el cuello del chico, queriendo sacarle la bandera a la mierda por estar estorbando.

Não brinque com meu pátria —se quejó el brasileño, separándose ligeramente del cuerpo ajeno para darle una advertencia con la mirada porque Antony se tomaba muy a pecho lo de "sudar la camiseta" y si alguien se metía con su país, lo cagaba a piñas.

Eso era algo que tenían en común los dos países.

—Patria va a ser mi pija en tu- —Ni siquiera pudo terminar de hablar porque el brasileño tapó su boca con su mano para que no terminara la frase, empujándolo hacia atrás para que se separara también de su cuello.

Cuando miró la expresión del rubio, rió contra su mano, demasiado divertido por cómo reaccionaba el chico cada vez que soltaba un comentario vulgar.

Antony era más de besos tiernos y comentarios románticos. Si bien a él le gustaba ser así normalmente, cuando se ponía en pedo—y ni hablar cuando estaba excitado— se le olvidaba cualquier cordialidad y formalismo.

No había tomado tanto como probablemente lo hubiera hecho si Argentina hubiese ganado, pero Antony le había ofrecido una botella de cerveza y varios tragos desde su botella, apoyando el pico en su boca.

Y quién era él para negarle alcohol, y más si el brasilero se lo daba.

Un golpe en la puerta lo sobresaltó a los dos y Lisandro estuvo apunto de separarse del menor, porque estaban en una posición bastante comprometedora para cualquier que no fuera sus cercanos.

Pero su cuerpo se relajó al ver que solo se trataba de Casemiro.

Uh, ya veo por qué me mandaron a mí a buscarte —comentó el mediocampista a su compañero de equipo, mirando de reojo al argentino.

Aunque terminó desviando su mirada del defensor porque le incomodaba ver que prácticamente le estaba tocando el culo a su compatriota porque sus manos desaparecían por debajo de la tela del short deportivo.

Lisandro se rió sutilmente y Antony terminó dándole un pequeño golpe en el hombro para que se separara de su cuerpo y pudiera bajarse de la mesa. El argentino le hizo caso, pero igual se mantuvo cerca suyo, llevando sus manos a su cintura mientras lo veía buscar con la mirada su camiseta de entrenamiento.

Pensé que Argentina había perdido —mencionó el centrocampista con burla al ver los labios rojizos de los dos, esperando que el rubio se terminara de arreglar para ir al colectivo.

—Argentina perdió, yo no —se defendió siguiéndole la broma.

Nadie podía juzgarlo.

Lisandro iba a dejar todo si le ponían enfrente a un Antony borracho pidiéndole que le diera un premio—traduciéndose en un beso— por el esfuerzo que puso en el partido.

Capaz era un poco vende patria, no estaba seguro.

Cortes de Carne [Licha Center]Where stories live. Discover now