—Isi ti pisi —me arremeda haciendo un puchero. —Por favor mi amor, cinco minutos.

«¿Mi amor?»

—Vamos Alena, dejate de juegos.

—Estás empapado —dice abriendo los ojos tocándome los bíceps. —Crecieron.

Alena...

—¡Shhh! Dejame que hace mucho sueño con esto, estar con mi marido así, levantándome. —dice con una sonrisa, me inclino de manera involuntaria atrapando sus labios, besándola como hace unos días en la piscina. —Está duro.

—Alena debes dejar de provocarme.

—Quiero provocarte, quiero que me hagas el amor, quiero ser tu mujer mi amor —suelta sobre mis labios bajando las manos por mi espalda erizándome la piel.

—Te juro que si te retractas de nuevo te voy a castigar Bambi.

—No lo haré, Alex te quiero dentro de mí. —suelta besando mi cuello, encendiendo mis ganas, le abro las piernas y bajo prendiéndome de los senos que me tienen de rodillas, sus jadeos me ponen la polla más gorda.

—¡Alex! —jadea cuando paso llevo mis manos a su coño sintiendo la humedad...—¡Alex!

—¡Alexander!

«¡Puta mierda!»

Abro los ojos sintiendo que el sudor me recorre por todo el cuello, me incorporo notando donde estoy, regresando a mi estúpida realidad.

—Vamos que Narel está emocionada de regresar y debemos hablar con ella. —me dice la maldita pesadilla cruzándose de brazos, se ve tan fresca que me dan ganas de someterla, de seducirla y hacerle pasar lo que me está haciendo pasar a mí.

Me levanto sin responderle notando como sus mejillas se encienden y se muerde el labio, veo como traga y como su mirada se fija en mi polla, no bajo la vista, se como la debo de tener después de seméjente pesadilla.

—¿Ahora te vas a ser la tímida? Como si no la hubieses visto muchas veces ya —le digo con una media sonrisa la cual se me apaga cuando me rodea los ojos.

«Seis»

Son las veces que me ha virado los ojos desde que nos reencontramos, puede que para ella se le haya olvidado el castigo que le impongo cada que lo hace pero a mí no.

—No es timidez, pero al menos —tartamudea desviándome la mirada. —Compartiremos habitación de ahora en adelante. ¿Podrías controlarla? O sea no es que todas la mañanas desee encontrarme con eso.

—¿A no? Pues tu cara me dice lo contrario y apuesto la mitad de mi tamaño que tu coño me lo confirmaría.

—Eres...

—Sí, sí, lo sé, una bestia. —le interrumpo pasando a su lado entrando al baño, estoy cansando de esto, de sus tira y afloja, me ha sobajado tanto que siento que a este punto me volveré un maldito monje.

Abro la regadera dejando que el agua fría me baje la erección, mientras pienso como diablos le voy a explicar a mi hija lo que su madre quiere hacer.

Abro la regadera dejando que el agua fría me baje la erección, mientras pienso como diablos le voy a explicar a mi hija lo que su madre quiere hacer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
AnheloWhere stories live. Discover now