— Si. Comida y ropa.

Hoseok se remueve y un sonido de protesta sale de sus labios, cuando me separo de sus suaves labios y me dirijo al espejo de cuerpo completo en la habitación, para echarme una rápida mirada.

— No seas tan aburrido, Tae. Vuelve a la cama. —El menor gime, haciendo pucheros.

Mirándolo atraves del espejo, niego con la cabeza y sonrió, volviendo a su lado. Inmediatamente, Hoseok se aferra a mi cintura y presiona su cara contra mi pecho, suspirando de felicidad y alivio. Decido, darle este momento y deleitarme con su aroma, acercándolo más a mi cuerpo y presionando pequeños besos en su cabeza. Amándolo y permitiéndome a mí mismo a rodearme de su calidez e inocencia. Sin embargo, después de unos segundos, me veo obligado a romper con nuestro momento de tranquilidad y preguntar.

— ¿Estás bien? — Hoseok, deja escapar un suspiro frustrado y se pega más a mi cuerpo, como si fuese posible.

Sabía perfectamente que, desde la noche anterior, Hoseok había estado evitando nuestra conversación. Así que, había decidido darle espacio y esperar a que él se sintiera bien y en completa disposición para hablar de lo inevitable, pero él seguía posponiendo la conversación, y yo no sabía cómo actuar a su alrededor, con el miedo constante de hacer o decir algo que no debiese.

Después de unos segundos en silencio, Hoseok se separa un poco de mi cuerpo. Sus ojos recorren la habitación y posteriormente se detienen en mis ojos, musitando.

— Estoy donde quiero estar.

Y ahí estaba otra vez. Aun así, esta vez no lo dejaría escapar del tema, murmurando.

— No te hagas el listillo. No conmigo Hoseok.

Un pesado suspiro escapa de sus labios. La realidad volviendo a golpear, atenuando el brillo radiante en el que había estado disfrutando en las últimas horas. Sin opciones o salidas que tomar, el menor toma una bocana de aire y recoge su cabello naranja y lacio y lo ata hacia atrás. Una vez que el moño estuvo situado en la parte superior de su cabeza, me dirige una mirada y dice.

— Tengo miedo Tae. — El menor aspira con fuerza, con los ojos muy abiertos mientras me mira fijamente. —Tengo miedo de que nos separen para siempre.

El corazón me dolió. Los dientes se me apretaron con tanta fuerza, que me dolió hasta la mandíbula, por la ira e impotencia de ser el causante de todo su sufrimiento. Así que, sintiéndome como la mierda, me acerco y acaricio su mejilla suavemente con mi palma. Sus pestañas se agitan, arrastrando los parpados sobre sus ojos, como si no tuviera ningún control sobre ellos. Cuando se apoya ligeramente en mi mano, su olor flota sobre mí. Entonces, quise presión mis labios contra los suyos. Abrazarlo y sentir su olor envolviéndome. Tal vez, dejar que penetrara en mis huesos y arreglara toda esta miseria que le hice pasar. Por lo que, observando su rostro, para aliviar un poco su dolor y el mío propio, digo.

— Escúchame bien Hoseok... —El menor me mira con los ojos grandes y tristes, mientras le aparto el pelo de la frente. —Nadie nos va a separar, porque no voy a permitir que nada ni nadie te aleje de mi lado. ¿Entiendes?...

Hoseok no responde, ni da el más mínimo indicio de creer en mis palabras. En cambio, se limita a bajar la cabeza y guardar silencio, como si su vida dependiera de ello. Mi estómago se revuelve dolorosamente y el denso dolor en sus ojos grises corta mi siguiente aliento. Entonces, no puedo hablar. Mi lengua es un peso muerto e inútil, y por más que lo intento, no logro conseguir que mi boca funcione. Así que, exhalo un largo suspiro y abro la boca nuevamente para formular alguna palabra, esta vez logrando conseguir mi voz.

FORBIDDEN LOVEWhere stories live. Discover now