Parte 2

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Minjeong se encontraba en la terraza de su edificio, fumaba mientras miraba a través de las ventanas polarizadas. Apartó el cigarrillo de sus labios para soltar todo el humo por su boca. A través del cristal podía ver los altos edificios de Seúl, repletos de luces neón que daban un color vivo a la ciudad a pesar de su miseria. Podía ver aquella noria a lo lejos.

Mientras tomaba una calada se planteó porqué el gobierno coreano de aquellos años no pudo ser más como Japón ¿No pudieron incluso ayudar a su país vecino? Odiaba la realidad en la que le tocaba vivir por culpa de otros, odiaba la realidad que tenía que vivir por culpa de su padre. Ese desgraciado que no supo hacer nada bien en su vida. Por la mala gestión de sus deudas asesinaron a su madre y como si no hubiera más en su vida, le pareció mejor idea vivir de drogas y alcohol en vez de cuidar de su hija, quien ahora se está encargando de todos sus errores.

Si no fuera por él, a lo mejor ya estaría en un país de ensueño junto a Karina, en Japón quizás, o mejor aún, en Europa. Juntas, sin ninguna preocupación más que ir al trabajo y pagar un alquiler sin el peligro de que te maten cada día de tu vida.

Estaba empezando a no sentir las manos. Le dolía la cabeza y no podía permitirse estar así y más en una misión conjunta. Karina y ella irían a un pub para robarle una tarjeta especial de gran valor a un alto cargo de las mafias líderes del sur de Seúl. Minjeong la robaría para saldar una de las deudas más complicadas que tiene, le debe unos cientos de miles a una de las mafias enemigas, así que le ofrecieron saldar la deuda a cambio de esa tarjeta que ahora mismo estaba en manos de Choi Minho.

Tira el cigarrillo y lo pisa, cuando escucha un golpeteo constante, sabía lo que significaba: los latidos del corazón de Karina. Ella estaba cerca.

Se da la vuelta al escuchar un carraspeo y casi le da algo ahí mismo al encontrarse con una de las imágenes más preciosas que ha visto nunca. Karina en un vestido negro ajustado, resaltando sus curvas y con un maquillaje que destacaba su mirada. Minjeong juró haberse desmayado ahí mismo cuando se encontró con los penetrantes ojos marrones que miraban en su dirección.

- Estás preciosa.- Dijo totalmente rendida ante Karina.- Ojalá llegue el día que te vistas así para que pueda llevarte a cenar.

Karina captó el tono triste de sus palabras y se acercó a ella para dejarle un beso en la mejilla.- Ese día llegará pronto, verás.

Minjeong seguía en una especie de trance, apreciando la belleza de su chica y a la vez odiando a cada una de las personas culpable de todas sus misiones por no dejar que tome a su novia en ese mismo instante.

- Tienes que prepararte, amor.- Dijo Karina suavemente, intentando no romper la tensión en el ambiente.- Yo debería ir yendo, no nos pueden ver llegar juntas.

- Claro, ven con cuidado, por favor.

- Lo haré.- Y antes de que pudiera darse cuenta, Karina le estaba regalando otro de esos dulces besos que le daba antes de cada misión. Sabía que no lo iba a expresar con palabras, pero era la forma que Jimin tenía de despedirse en caso de que pasara algo.- Te quiero, Min.

El amor sincero que desprendía sus ojos era algo que para Minjeong no pintaba nada en esa ciudad tan cruel. Al verla salir por la puerta el miedo a perderla la volvió a invadir otra vez como cada una de las veces que salía por esa puerta.

Minjeong se encontraba frente al espejo, llevaba un vestido verde esmeralda muy elegante que potenciaba su figura. Las lentillas azules le daban un aire intimidante, un pequeño truco que Karina y ella habían aprendido a lo largo de los años: la importancia de los ojos a la hora de seducir.

Se miró por última vez en el espejo antes de salir. Era una completa Femme fatale.

El club estaba a reventar, cuando Minjeong llegó lo primero que hizo tras pasar los niveles de seguridad fue escanear toda la zona en busca de Karina pero no pudo encontrarla.

Ya en el segundo piso se dirigió a la barra para poder hacer tiempo y divisar tanto la zona como el paradero de Karina. Y ahí estaba, junto a Choi Minho. Tuvo que contener el brillo en sus ojos al ver lo preciosa que estaba su chica esa noche, sin embargo la adoración se convirtió en celos al ver como Choi se acercaba en exceso a su chica.

Karina se había convertido en una gran actriz durante los últimos años, eso le permitió ocultar la incomodidad que aquel hombre le provocaba. Pudo ver cómo su mirada se posaba en ella como si supiera exactamente dónde estaba.

Karina le miraba como si fuera la cosa más bonita que hubiera visto, pero claro, durante unos segundos. Debían disimular. Le guiñó el ojo para comenzar con su plan.

- Discúlpame, querido. Voy al baño un momento. Si me disculpas...- Dijo Karina tocando su brazo antes de levantarse. Sabía perfectamente que para cuando volviera, Minjeong ya estaría sentada en esa mesa, hablando con cada uno de los presentes como si fueran amigos de toda la vida.

Durante esos años habían potenciado muchas habilidades. Entre ellas, la seducción, pero mientras Karina era más encantadora y sumisa, Minjeong los hacía caer con su labia.

No pasaron más de dos minutos cuando volvió, y efectivamente su chica estaba sentada al lado de Choi Minho, dándole al mafioso una mirada que hasta a ella le daba calor. Al llegar a la mesa ambas chicas se presentaron como si no se conocieran y se sentaron a cada lado del mafioso.

Durante un par de horas bebieron y ligaron descaradamente con Minho, fingiendo una pequeña rivalidad. Esa fue otra de las cosas que había aprendido, nada le pone más a un hombre que tener a dos mujeres atractivas peleándose por él.

Ya más entradas en la noche, ambas comenzaron a sobar el muslo del mafioso, estaban hartas de insinuarse y querían irse ya.

- Chicas ¿Nos vamos a otro lugar?- Preguntó mientras las rodeaba con los brazos.

- Yo no me voy a ningún lado con esta.- Dijo Karina con asco.

- ¿Tienes miedo acaso?- Preguntó desafiante Minjeong sin saber que ese tono había provocado una ligera humedad en las bragas de su novia.

- Para nada.

- Podría ser divertido. Vamos.- Trato de convencerlas.

Poco más duraron porque a los minutos ya estaban en una lujosa habitación con un par de prendas menos. En ningún momento se dejaron tocar en exceso por Minho, era una norma no escrita que tenía, pero para llevarlo hasta el límite se dieron el beso más húmedo posible para calentarlo, y vaya que funcionó porque empezó a quitarse la chaqueta y luego los pantalones. Bingo. El plan casi ya estaba terminado.

No duró mucho más porque antes de que pudiera quitarse los boxers, cayó rendido en la cama.

- Sigo sin saber cómo eres tan buena para meter esas mierdas en la bebida sin que nadie se de cuenta.- Dijo Minjeong aún sorprendida.

- Si te lo digo tendría que matarte.- Dijo rebuscando entre las prendas del mafioso.

- Miedo me da que algún día me mates con eso.- Dijo colocándose el vestido.

- Sabes que no lo haré.- Le dio un pico antes de volver a buscar la tarjeta.- Lo tengo.- Dijo sacando una tarjeta negra de dentro de un bolsillo secreto de la chaqueta.

- No sé qué haría sin ti.

- Esperarme supongo.- Le dijo con una sonrisa antes de salir por la puerta. Minjeong se quedaría ahí hasta que no fuera sospechoso.









~MyDeer

Mi miedo a perderte// WinrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora