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Una de las cosas que Sam amaba, era hacer galletas; sentía que la relajaba, incluso le parecía divertido cuando hacía diferentes figuras y colores, eso la ayudaba a olvidar los problemas que la rodeaban.

Cuando tenía diez años, su abuela le había enseñando la receta mágica- según ella- para hacer galletas, y desde ese día, prepara galletas para toda su familia y para sus amigos más cercanos, incluso hacía galletas para sus vecinos, hasta que, por problemas económicos, decidió que venderlas sería una buena idea.

Al principio fue difícil, pero luego se hizo muy conocida por la mayoría de sus vecinos, la llamaban "la chica de las galletas", ella amaba el sobrenombre.

-Estoy en casa- cerró la puerta tras ella, contando el dinero que había recaudado ese día.

- Samy ¿como te fue? - pregunto su hermano mayor, osvaldo, dándole un cariñoso abrazo.

- bién lo logré vender todo- sonrió satisfecha - tomá- le entregó todo el dinero, pero su hermano negó.

- ya te dije que guardes ese dinero para ti yo estoy consiguiendo dinero -

- No, Valdo, yo también quiero aportar - dijo muy decidida.

- No - se cruzó de brazos- Ve y compra para tí otra sudadera, me aburrí de verte con esa-

- deja mi sudadera, es mi favorita. -

- es la única que tienes - suspiró - yo sé que quieres ser una buena hija y ayudar, pero sólo tienes dieciséis.

- me dices lo mismo siempre y sabés que no te haré caso - dejó el dinero sobre la mesa del comedor - tú no me mandas- le enseñó la lengua y corrió a su habitación.

Osvaldo la vio alejarse y sonrió, su pequeña hermana era muy adorable e inocente, se sentía orgulloso de ella, pero le gustaría que viviera más como alguien de su edad y no preocupado por la economía de su hogar, ella aún no estaba para trabajar y privarse de salir con sus amigos, o de descansar en sus vacaciones. Pero Sam era muy pura, y prefería dejar lo demás de lado para ayudar en lo que pudiera.

Ari no hacía nada más que dedicarse a sus estudios, la Universidad era pesada a pesar de ser su primer año, no tenía mucho descansó, pero estaba un poco aliviada, un examen más, y estaría de vacaciones

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Ari no hacía nada más que dedicarse a sus estudios, la Universidad era pesada a pesar de ser su primer año, no tenía mucho descansó, pero estaba un poco aliviada, un examen más, y estaría de vacaciones.

Trató de poner total concentración en lo que estaba leyendo, pero la imagen de la chica que llegó a su hogar vendiendo galletas hacé pocos minutos no salía de su cabeza, ¿la razón? Aún escuchaba su irritante voz, jamás la había visto por ahí, de seguro porque ella nunca salía.

Nunca se consideró una persona muy amable o social, todo la irritaba fácilmente, quizás por la presión en sus estudios, o porque simplemente ser gruñona estaba en su ser. Muy pocas personas habían logrado congeniar con ella, sus mejores amigos Juan y Oscar era un ejemplo , los tres eran vecinos y eso también ayudaba a que convivieran, pasaban juntos la mayor parte del tiempo.

- ¡hola aricita! - entro de golpe Filis en su habitación, haciendo que se sobresaltara.

- ¡no hagas eso! - exclamó molesta.

- Uy, perdón señora enojona - se tiro a la cama de la peli castaña.

No entendía como es que termino siendo amiga de Filis, uno de los chicos más hiperactivos y dramáticos de su clase, era todo lo contrario a ella, ruidoso e inquieto.

- ¿Que haces aquí? Mañana tenemos examen.

- Vengó a que mi profesora favorita me de clases -

- No te tengo paciencia cuando se trata de enseñarte algo, lo sabes - suspiró

- Entonces déjame quedarme, me siento muy aburrido en mi casa - hizo un puchero.

- cómo sea - rodo los ojos y siguió con sus estudios - solo no hagas ruido.

Los minutos pasaban en silencio, Filis se había mantenido en silencio, tal y como Ari le había ordenado, pero empezó a darle hambre

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Los minutos pasaban en silencio, Filis se había mantenido en silencio, tal y como Ari le había ordenado, pero empezó a darle hambre. Con sigilo y cuidado de no molestar a su mejor amiga, saco una pequeña y decorada bolsa de su mochila, la empezó a desatar sin darse mucha cuenta del ruido que estaba haciendo.

- te dije que guardaras silencio - apartó la mirada de su libró un tanto irritada.

- lo siento tengo hambre.

Ari miró a Filis sacando una galleta decorada de una bolsita transparente con un lazo amarillo.

- ¿Que es esa cosa? -

- una galleta ¿no es linda? - se la mostro a la pelicastaña - es una galleta de mi cara, incluso le puso cabello negro como el mío - sonrió

- son igualitos, se ven chuecos y feos - se burlo - ¿quien te hizo esa mala broma?

- ¡callate! Escondió su galleta para que dejará de burlarse - se la compre a la chica de las galletas, las hace personalizadas si quieres, ayer le pedí una de mi rostro y aquí está.

- ¿y esa quien es? No me gustan esas cosas, y si así las decora, de seguro saben igual de feo - hizo un gesto como si fuera a vomitar

- ¡Blasfemia! - grito de repente - no puedes decir eso si no las has probado, es más, lo harás ahora mismo.

- ¿Qué? ¡No! Ni hablar, deja de molestarme, sebes perfectamente que no me gustan - le dió la espalda

- de lo que te pierdes, pero no te preocupes, un día tendrás que probarlas y te arrepentirás de tus palabras, ¡es más! Quedarás enamorada.

Ari bufo, su amigo estaba loco, nunca le gustaron las galletas y jamás le gustaran.

Ya se ya se las personalidades son muy diferentes, pero a mi me gusta así

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Ya se ya se las personalidades son muy diferentes, pero a mi me gusta así

Gracias por leer

Abrazo virtual🫂

☽ • 𝐂𝐎𝐎𝐊𝐈𝐄𝐒 || 𝐑𝐈𝐕𝐀𝐑𝐈 𝐀𝐔 • ☾ Onde histórias criam vida. Descubra agora