Capítulo 7

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Un trueno vibra en mi pecho, haciendo caer el muro que hasta ese instante había contenido todas mis emociones. Tristeza, dolor... culpa, todo se derrama de repente y el cielo llora el torrente de lágrimas que estos monstruosos ojos jamás podrán liberar. Un espejo no llora, no puede, solo imita a quienes fueron reflejados aunque sea un instante; somos monstruos con hambre de pertenecer antes que de ser. Con la necesidad innata de matar esta soledad asfixiante, por el medio que sea necesario.

La lluvia sigue golpeando mi cuerpo y un viento arremolinado golpea con fuerza las ramas secas de árboles que el tiempo que me he tomado en observarlos es menor que la atención brindada al lugar donde he llegado, porque sencillamente no importa, nada tiene realmente importancia.

Un refucilo me muestra el inerte cuerpo de Eva frente a mí, salpicado sin piedad por el lodo bajo su cuerpo, con sus ojos todavía abiertos y dolorosamente brillantes por lágrimas de lluvia; mi mente se vuelve ruidosa, apocando la tormenta que me rodea y ante tal caos mi garganta vomita algo de todo ese ruido.

—Prometimos que viviríamos como humanos. ¡Lo prometimos! ¡Cuál era tu maldita necesidad de andar vendiendo objetos en otros planos dimensionales! —Le grito, consciente que no puede escucharme; quizás a causa de lo cual la culpa me atraviesa como una flecha, a lo que agrego—: Lo siento, yo no llegué a tiempo.

Dejo caer los párpados y respiro profundo, sintiendo el recorrido del helado y húmedo aire que termina inflando mi pecho, mas sin alterar el oscuro pozo tirado hacia el lado izquierdo del mismo. Al abrir nuevamente mis ojos el mundo está tan bravo como cuando los cerré, y en parte lo agradezco; los charcos rotos por la lluvia no me permiten ver el reflejo del rostro que poseo al volver a esta repugnante forma.

—Puedo arreglarlo una vez más, todo estará bien —digo y no sé exactamente a quién le estoy hablando.

Con las garras de mi brazo sano, tras apartar la tela lo suficiente, corto la carne sobre el estómago de Eva e introduzco mi mano bajo las costillas, subiendo hacia el corazón. La sensación asquerosamente tibia del calor que todavía no se ha apagado me horroriza, pero no me detengo hasta que en la punta de mis garras siento una dureza, es el Malus. Tomo la esfera y la arrastro fuera del cuerpo dejando que el agua se cuele rápidamente en aquellas carnes y el olor metálico se vuelva intenso.

El orbe está caliente y eso hace temblar mi ser, el alma de Eva todavía existe, se ha conservado bien. Sin preámbulos introduzco el Malus en el pozo que habita mi pecho, cabe tan perfectamente que pareciera que siempre ha pertenecido a ese lugar. Todavía hay tiempo, pero debo darme prisa, encontrar nuevos cuerpos para ambas.

Así, abandono aquel cuerpo sin contemplaciones, de nada sirve llorar ni aferrarse a un cascarón vacío, tengo su alma y eso es mucho más importante; puedo salvarla, puedo darnos una nueva familia.

Busco un hogar a través de los fragmentos que, como una segunda piel, cubren mi rostro. Recorro y observo diversos mundos a través de cada reflejo sobre la superficie que sea; cuando lo encuentro simplemente salto, sin espejos ni reflejos, no son necesarios con mi forma real.

Aparezco en una habitación, las gotas de lluvia resbalan por mi piel y su caída es amortiguada por el piso deliciosamente alfombrado de un tono azul pastel. Un velador dibuja estrellas que giran en el techo e iluminan al pequeño niño de unos ocho años, con su respiración profunda, desconocedor de mi presencia.

Me acerco a su pequeño cuerpo envuelto en mantas con figuras de planetas y tras correr las mismas, dejo apoyado el Malus sobre su pecho y antes que sus ojos logren enfocar su alma se separa y la devoro sin problemas; tiene el sabor abrumador del amor, perfumada con el aroma que solo la felicidad e inocencia pueden tener. Definitivamente he hecho una gran elección, este es un buen lugar para comenzar una vez más.

Cuando el Malus se funde en el latiente corazón, el vacío cuerpo ya está listo para que pueda poseerlo. Dejando un tajo gris en cada verde iris, me introduzco en aquel nuevo envase con un pensamiento en mente: esta vez lo haré perfecto. 

Del otro ladoWhere stories live. Discover now