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Me despierta sobresaltada el sonido de una melodía, primero profundamente y más tarde me incorporo con respiración entrecortada. Joder. Mi corazón da un vuelco al darme cuenta de que no estoy en Francia. Pas plus... (No más). Cuando consigo desenredarme del nudo de mantas corro por toda la casa hasta llegar al salón y coger el móvil.

- Grey -digo alterada, sin saber siquiera quien llama.

- Phoebe, te quería recordar que hoy te esperamos en el puerto deportivo para la compra de la casa -suena la voz de mi padre y me relajo.

Me paso la mano por el pelo y lo recuerdo. Cuando volvía en avión me dijeron la hora y la fecha para firmar los papeles de la casa. Joder.

- Si, claro. No lo había olvidado -miento.

- Oye, no tienes porqué hacer esto. Nos encanta que pases el verano con nosotros -me recuerda por milésima vez.

- Lo sé, lo sé... Pero está decidido... -digo cansada.

- Bueno, entonces sólo era eso -dice y me quito el móvil del oído para colgar.- Phoebe.

Oigo me llama y frotándome los ojos vuelvo a hablar.

- ¿Si?

-Despierta.

Noto que sonríe y cuelga. Ay. Me desplomo en el sofá que tengo más cerca y cierro los ojos. El jet-lag no me sienta bien. Me tapo la cara con el pelo para que no me llegue la luz que traspasa las cristaleras.

Desde que era pequeña mi familia iba al Key -Key Garden Golf Club-, una urbanización privada de lujo en la que pasábamos el verano en la casa familiar. Todavía lo seguimos haciendo cada vez que tenemos oportunidad, pero he preferido independizarme un poco y comprarme mi propio chalet allí. Ya sabía el que quería y sólo tenía que firmar los papeles, cosa que a mi millonaria cuenta bancaria no le importaría.
Cuando ha pasado un rato y me remuerde la conciencia por que no estoy haciendo nada me levanto a prepararme el desayuno. Saco unos huevos, Bacon y zumo de naranja que dejó preparado Martha. Conectando el iPod a los altavoces, pongo un poco de música para animarme. Que empiece me día libre.

Con mucha profesionalidad pongo el Bacon sobre la sartén caliente y disfruto como chisporrotea mientras vierto el zumo en mi vaso favorito de colores. Escucho ruido en el otro lado del apartamente y me acuerdo de que el pobre Sawyer trabaja las 24 horas del dia. Dejo las cosas sobre la mesa y ando felizmente hacia su habitación.

- Sawyer, quieres que te prepare el desayuno? -digo al pasar por su despacho y ver que está vacío.

Sigo caminando hacia su habitación.

- Sawy... -paro en seco cuando entro.

Está desnudo, tapándose sólo la cadera con una toalla y con su deslumbrante cuerpo húmedo al aire. Lleva el pelo mojado y me sonrier con una ceja alzada. Me he debido de quedar pálida. Ay.

- Lo siento -digo poniéndome una mano sobre los ojos.

Escucho como se cae la toalla al suelo y trago saliva. Phoebe, sabes que estas cosas no son sanas para ti... Lo siguiente son unas telas rozandose y algún que otro ruido.

- Nada -dice quitándole importancia.- Ni que fuera la primera vez que me ves desnudo.

- ¡Ryan! -grito. Pero es cierto.

Y me doy cuenta de que hoy el no es Sawyer el profesional, sino Ryan. Y puede que yo no sea hoy la jefa.

- Vale, vale... Un desayuno no estaría mal, mientras no me intoxiques -dice haciendo referiencia a mi mala mano en la cocina...

PHOEBE GREYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora