—¿De frente o de espalda?

—Voy a ignorar eso porque sino te meto un coñazo en la jeta.

Se arrodilla de frente al objetivo y yo me posiciono detrás de él. No me queda más remedio que agarrarme de su cabeza mientras rodeo su cuello con mis piernas. Vagamente me doy cuenta de que su cabeza rapada es más suave de lo que pensaba. Pero mi cerebro se apaga cuando sus manos agarran mis muslos con fuerza. Son enormes y sé que no me dejarán caer. Todo su cuerpo es caliente como una fogata, y jamás me hubiera imaginado que iba a llegar un día en que lo sintiera tan cerca de... bueno, ciertos sitios.

—¿Lista?

—No pero igual lo vamos a intentar.

—Tranquila, voy lento.

Es su culpa que ahora tenga la mente llena de cochinadas. Me obligo a concentrarme en la situación que no tiene nada de picante.

Salomón se levanta lo más suavemente posible, que para mí es demasiado rápido.

—¡Cuidado!

Se frena justo antes de que yo le estrellara la cabeza al techo del ascensor. Me encorvo hacia adelante sobre su cabeza y me balanceo con el borde del piso que ahora queda a mi nivel.

—¿Eso que siento son tus lolas sobre mi cabeza?

—Concéntrate, por favor. —Pero sí, lo son.

—Es duro pero lo voy a intentar.

Casi le pregunto qué es lo que está duro pero me contengo. Y como ahora sí tengo el agujero al alcance, saco mi cabeza y mis brazos pero no hay nada de qué agarrarme salvo del borde de la pared.

—Échate pa' alante —ordeno.

—Mira, si me echo más pa' alante me fusiono con la pared —gruñe debajo de mí.

—Entonces empújame, no sé.

Sus manos se deslizan de arriba de mis muslos hacia abajo y siento la presión del empuje. Logro salir hasta la cintura.

—Ya casi. Empuja otro poco.

—Valeria, me estáis matando. —No sé si con mi peso o por otra razón.

En eso lo siento deslizarse entre mis piernas y por un instante la falta de su cuerpo debajo de mí hace que empiece a caer hacia adentro de nuevo. Chillo no solo del susto, sino porque el borde se encaja en mi estómago. Pero en eso sus manos detienen mi caída.

Por mis nalgas.

—Salomón.

—¿Valeria?

—¿Me estáis agarrando el culo a propósito?

—Fue lo más grande que logré agarrar en el instante.

—Aja, ¿y por qué lo seguís agarrando? —Sus manos están firmemente explayadas una sobre cada glúteo, apretando con firmeza.

—O sea, te puedo agarrar por las piernas pero seguro te vais a caer.

Lo debato en mi mente. El microsegundo que tarde en cambiar posición seguro que me va a hacer precipitar hacia adentro de nuevo.

—Bueno, empuja pues.

Lo hace con más fuerza. Pongo toda mi energía en mis brazos en que hagan oposición contra la pared a mi lado y así poder expulsarme del hueco. Pero sigo en el mismo punto.

—No me vais a creer lo que voy a decir —jadea Salomón detrás de mí—, pero creo que sois muy culona pa' este hueco.

—Mira, después de que todo esto acabe no vas a quedar con vida.

—Mátame luego pero ahora decime si queréis seguir intentando o no.

—No —respondo de una—, el piso se me está clavando en el estómago y me duele. Ayúdame a entrar otra vez.

—Aguanta pues.

Todo mi cuerpo se tensa porque sin duda esa es su cabeza contra la parte interna de mis muslos. Sus manos ruedan de mi trasero hacia mis piernas otra vez y tengo que apretar la quijada para que no salga el ruido que dejo prisionero en mi pecho.

Carajo, si así se siente su toque en un momento extraño como este, ¿cómo será en otras circunstancias?

Maniobramos igual que hace un rato pero en reversa. Exclamo cuando siento un raspón en la barriga pero más me alivia poder poner mis pies sobre suelo firme. Me espero a que Salomón gatee hacia atrás hasta darme la vuelta. Él se levanta y...

Se empieza a ahogar.

—¿Qué?

Con una mano se tapa toda la cara mientras tose. Con la otra señala hacia mí.

Bajo mi mirada y pego un grito que sí lo debe haber oido todo el vecindario. En la refriega perdí mi franela, y Salomón me acaba de ver en sostenes.

 En la refriega perdí mi franela, y Salomón me acaba de ver en sostenes

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Todo lo que sube tiene que bajar (Nostalgia #2.5)Where stories live. Discover now